sábado, 2 de julio de 2011

¿Quién es Karpinha?

Hace unos días se abrió en Delcelta.com un hilo para comentar por qué cada uno es del Celta. En aquel momento empecé a escribir esto y hoy lo terminé. No son los motivos de por qué soy del Celta sino que son algunos de los recuerdos que guardo y algunos de los muchos pasos que fui dando hasta que Karpinha se convirtió en la "energúmena" que soy y conocéis hoy en día...

A diferencia de muchos aficionados no puedo presumir de tradición familiar en lo tocante al celtismo. Mi familia no me heredó el sentimiento en los genes ni me lo inculcó desde la cuna.

Soy del Celta porque decidí serlo cuando tenía 6 o 7 años. Nunca le di mayor relevancia a esa elección hasta que un día, hace muchos, muchos años, mi padre me hizo sentirme tremendamente orgullosa de ella cuando un vecino le preguntó cómo le había salido la niña tan celtista y él le contestó que sencillamente lo había escogido yo. Con ese “sencillamente lo escogió ella” mi padre abrió una puerta que no había visto hasta entonces. Hasta aquel momento no fui consciente de que había sido una elección propia. Así que asumí que viniese lo que viniese, alegrías o penas, yo misma me lo habría buscado, para bien o para mal. Y tras tantos años y múltiples vivencias de toda índole doy fe de que no ha habido ni un solo "para mal". Incluso en los malos momentos el Celta encuentra la forma de recompensarme.

Pero la historia desde el principio…
¿Mi pasión futbolera? Nació conmigo y despertó en el colegio, como suele suceder a tantos y tantos niños para los que el recreo es la mejor excusa para correr detrás de un balón. Desde parvulitos hasta 6º de Primaria y pasando por toda la época del instituto, desde el primer día en que mi madre me dejó volar en solitario por las tardes hasta los 16-17 años la rutina de las pachangas se impuso en la agenda diaria.
El destino, el colegio Paraixal.

Ya fueran partidos a siguientes, un campo a campo o los típicos mundialitos de canear y meter gol… todo valía mientras el balón rodase. Eso sí, en los mundialitos solían llegar los problemas. Y es que la mutua selección nacional de Karpin y Mostovoi a veces me obligaba a sacar las uñas para salirme con la mía. Y si algún “espabilao” me birlaba Rusia para pedirse a Mostovoi, ni corta ni perezosa tiraba de la invención de la selección estonia para pedirme a mi rubio por antonomasia. Y es que hay cosas a las que no se puede renunciar y siendo niños menos aún. 

Una tradición de aquellas tardes era "robar" cada viernes del contenedor del papel los periódicos de toda la semana para hacerme con todas las noticias. ¿Para qué? Ni idea. Pero todos me ayudaban y siempre llegaba a casa con un buen manojo de páginas del Faro de Vigo. Muchas de aquellas noticias y fotos aún siguen dentro de una carpeta perdida en algún cajón de casa.

Así fue como el fútbol ocupó un lugar destacado en mi vida. Pero ser del Celta me hizo sufrir ya desde los comienzos. No fue un sufrimiento deportivo sino personal. Y es que no hay nada peor, para mí, que tener que vivir los partidos exclusivamente por la radio.

En mi casa nunca se practicó el castigo de mandarme a la cama sin cenar pero cada vez que jugaba el Celta y perdía… Aquella noche, después del lloriqueo infantil de rigor, me escondía debajo de las mantas y me olvidaba del mundo sin cena ni gaitas.
Mi padre llegó al punto de amenazarme con no dejarme escuchar los partidos si seguía poniéndome así después de cada derrota. Y es que a mí me daba igual Madrid que Mallorca, Barça que Espanyol. Perder con cualquiera era horrible. ¿Y los derbis? Insufrible.

En este punto siempre encontré el consuelo de mi abuela quien siente una rivalidad acentuadísima con los del norte y siempre me cuenta una de esas batallitas de abuel@s según la cuál hace muchos años, cuando ella tenía mi edad (es curioso porque independientemente de los años que pasen y aunque mi edad vaya subiendo enteros, ella siempre me dice “cuando yo tenía tu edad”) habían venido muchos aficionados del Dépor a Balaídos y antes del partido habían estado insultando a diestro y siniestro y mi abuela y sus amigas habían corrido a varios a escobazos. No me imagino el “Mi Abuela vs Deportivistas”. Pero a ella dando escobazos sí, sin ninguna duda.

Volviendo al tema de seguir los partidos por la radio, afortunadamente se mitigó bastante a raíz del año 2001 en el que tras innumerables rabietas, lloros, pataletas, promesas de ser buena y caritas de ángel, POR FIN mis padres me dejaron ser abonada a los 12 años, dejándome bajo el cuidado y responsabilidad de mi tío pequeño que era abonado desde hacía un par de temporadas.

Sin embargo, la primera vez que fui a Balaídos fue a raíz de una de esas entradas que suelen regalar a los colegios. Era para Preferencia e, ignorante de mí, creía que eso significaba que podía elegir la grada que “prefiriese”. Convencida de ello abordé a mi tío (sin hablar previamente con mis padres) y le dije que podía ir con él al partido porque como podía elegir grada pues podía acompañarle a Marcador. Lógicamente le hizo gracia y me explicó que no era así, pero de todas formas se ofreció a llevarme tras comprar la correspondiente entrada.
Y así entré por primera vez en Balaídos un 2 de mayo de 1999, en la J. 32 contra el Salamanca (Precio 2500 pesetas).
Para mucha gente que respiró ese estadio desde la cuna quizá la experiencia sea diferente ya que es algo que forma parte de sus vidas desde siempre. Joder, para mí fue lo más grande que me había pasado hasta aquel momento. Era Balaídos. Y yo estaba allí. Yo, que tenía la impresión de que aquella era una oportunidad única e irrepetible. Que aquello sólo lo podían disfrutar los privilegiados.
Recuerdo la cuenta atrás entonada por la grada buscando coincidir con la salida de los jugadores al terreno de juego. Recuerdo el sol de frente, recuerdo a un rubio galopando por la banda derecha y a mí misma pensando que era IMPOSIBLE verle más cerca (con todo lo que dista el césped de Marcador). Y recuerdo la victoria, mi primera victoria en Balaídos con gol de Revivo.

Supongo que después de aquello aún me puse más pesada con mis padres y tras otra invitación en diciembre del 2000 para un Celta-Mallorca, en enero ya era abonada en funciones del equipo de mi vida.
Creo que nunca presumí tanto de algo como de aquel carnet. 

Bueno, quizá de algo sí. Pero es que bien lo merecía: mi primera camiseta.
Con el 8 a la espalda y el nombre del internacional ruso grabado a fuego. A día de hoy el rojo del escudo del Celta es casi rosa y la mitad de la serigrafía está borrada (aunque no se note mucho en la foto, el nombre está muy descascarillado). No creo que haya existido jamás una prenda tan usada como aquella camiseta de Karpin. Era lavar y volver a poner, lavar y volver a poner.

Un año o dos después llegó la mochila que me acompañó en los últimos años de colegio y durante todo el instituto. Daba pena verla pero me resistí a tirarla y todavía la conservo. Es más, con ella viví un gran despiste.
Estaría en 2º de la ESO cuando hicimos el típico viaje de clase a A Coruña para visitar el Domus y el planetario. Unos días antes nos recalcaron por activa y por pasiva que no llevásemos nada del Celta para evitar problemas y obediente de mí hasta dejé el reloj en casa porque llevaba la correa del Celta. Pero no me di cuenta de la mochila. Para mí era pura rutina salir y cogerla para ir a clase.

Pues llegamos al Domus y una de las profesoras que venía con nosotros, muy mayor ella, se echa las manos a la cabeza y me dice cómo se me ocurre llevar esa mochila: "¡¡qué me podían pegar, qué nos podían pegar a todos!!". Le faltó poco para reunirnos y meternos de vuelta en el autobús por la dichosa mochila. Pero como era invierno y llevaba la cazadora, otra profesora dijo que no pasaba nada. Me hicieron poner la cazadora por encima de la mochila y en plan Quasimodo recorrí el Domus y el planetario. No fue a propósito pero sí que me sentí un puntillo rebelde y en plan ¡qué chula yo!  

¿Uno de los recuerdos más tristes? La salida de Karpin. Quizá fue el primer recuerdo verdaderamente triste que tengo. Porque de la final del 94 me acuerdo de oídas. No tengo un recuerdo personal de ella. Pero sí lo tengo de la marcha de mi Valerio.
Creo que lo mal que llevo la época de fichajes (tanto de verano como de invierno) tuvo sus comienzos en tiempos de Karpin. Cada rumor era otra llorera. Y eso que la mitad de las veces no tenía base sólida. Hasta que la tuvo.

¿Una de las personas que más detestaré en la vida? Horacio Gómez. Karpin no dejó el Celta por pretensiones económicas. Karpin quería terminar su carrera en Vigo, era un jugador comprometido, luchador, talentoso y guerrillero como pocos. Buscaba su último contrato de dos años y Horacio sólo le ofrecía uno. Todos recordamos lo que sucedió después, un adiós por la puerta de atrás y nueva parada en la Real Sociedad para jugar no sólo dos, sino tres temporadas más.
¿Mi último recuerdo de Karpin vistiendo la camiseta del Celta? El último partido de Liga en casa y Celtarras cantando: “Que salga Karpin o lo vamos a buscar”. En la vida habrá otro Valeri Karpin. En la vida.

Durante nuestro último periplo europeo me lo encontré dos veces en Balaídos siguiendo al Celta. Por muchos años que pasen, cuando se trata de Karpin me sigo poniendo igual de nerviosa que cuando era una niña pequeña.

Otra de las grandes penas fue la final de Copa del año 2001, lloré antes y después del partido. Antes porque no me dejaron ir. Después… por lo obvio.
Mi recuerdo: Karpin llorando sobre el césped con las medias bajadas y consolando a Mostovoi.

En el año 2003 murió mi madre y el regalo que me hizo en la última Navidad que pasamos juntas fue una increíble manta del Celta, de esas gorditas y suaves. Por el hecho de ser su último regalo y ser del Celta es la manta sin la que no puedo dormir en mi casa. Ya sea invierno o verano duerme conmigo. Aunque haga un calor de narices y sólo la utilice para cubrirme los pies. Indispensable.

Mientras ella estuvo enferma e incluso después sólo existió un lugar en la Tierra en el que me podía evadir de verdad de todos los problemas: Balaídos. Sé que no es el mejor estadio del mundo, ni el más cómodo o bonito. Pero para mí es algo por encima de todas esas cosas, es mi lugar seguro.

El año de la Champions lo recuerdo con agridulce nostalgia. Era feliz por estar viviendo esas grandes citas entre semana pero me deprimía cada fin de semana por la situación deportiva que estábamos “luciendo” en los distintos campos de Primera División.
¿El partido más especial de aquel año? El encuentro contra el Celtic de Glasgow. Un Balaídos ducho en asistencia y cánticos. Un campo poblado por dos aficiones que se regalaron “cariñitos” mutuos antes, durante y después del partido.

La temporada 2004-2005 la recuerdo como una en las que el celtismo se me puso más a flor de piel. Quizá fue la temporada en sí, quizá el hecho de tener que labrarnos el ascenso en dos tandas tras el caso Toni Moral, quizá el que todos en el instituto me dijeran que nos costaría años volver a Primera, quizá el vivir la deforestación de las gradas de Balaídos… no sé qué determinó que sintiese esa necesidad de dar más de mí pero aquel año sentí que el Celta nos necesitaba mucho más que en años precedentes y todo lo viví multiplicado por mil.

Incluso recuerdo que al día siguiente de la fiesta en Praza de América tenía un examen final de Filosofía y ninguna de mis amigas quería acompañarme a celebrar el ascenso porque el profesor era el más cabrón que había en el instituto, turko hasta la médula y más chulo que nadie. Le gustaba mucho lo de vacilar al personal y cuando eres de las pocas personas que lleva la camiseta del Celta semana sí, semana también era fácil ser el objetivo de sus payasadas.
La historia es que tenía tantas ganas de ir a celebrar aquel ascenso que cuando mi padre llegó de trabajar y me vio tan enfurruñada y tristona lo primero que hizo fue meterme en un taxi e ir conmigo a Praza de América para que me desfogara a gusto.
“Life is life” es para mí la banda sonora oficial de aquel ascenso. Sin duda la canción que más sonó en aquella fiesta del celtismo.

Cuando volví a casa tenía las pilas tan cargadas que me estudié lo que me restaba del tirón y Sobresaliente al canto. Pese a que detestaba la asignatura y al profesor, quien me soltó irónicamente una de las suyas dejando caer que era una lástima que la fiesta del ascenso hubiese sido justo un día antes del examen.

Del año en Segunda recuerdo con especial cariño al Rácing de Ferrol y al Eibar de David Silva y Joseba Llorente.
A Malata fue mi primer desplazamiento con el Celta, después llegarían los dos a Riazor con victoria visitante y otro más a A Malata.

Nunca he sido de fijarme en futbolistas de otros equipos, es más, para sondear mercados no serviría ni un poco, pero la devoción por aquellos dos jugadores del Eibar 2004-2005, en especial Silva, me marcó tanto que aún recuerdo que cuando el equipo vasco visitó Balaídos (partido determinante de aquella temporada) me quedé con mal sabor de boca porque Silva no había viajado a Vigo.

Con el ascenso ya en el bolsillo e iniciado el período de fichajes recuerdo que aquel fue el año en que el Valencia fichó a Quique Sánchez Flores del Getafe por lo que el equipo madrileño iba a tener prioridad en las cesiones de los jugadores que el equipo Che no quisiese incorporar a sus filas. Ése fue el caso de Gavilán y Silva. Lo suyo con el Getafe estaba hecho pero un día haciendo la compra con mi padre recuerdo que él estaba en la frutería mientras yo leía el Faro. No recuerdo el titular exacto pero venía a decir que David Silva llegaba a Vigo en calidad de cedido por una temporada. Si no me puse a gritar como una descosida en pleno Mercado de Teis, me faltó poco.
Una de las mayores alegrías que me dio el Celta en tema de fichajes, eso seguro.

Aquella pretemporada intenté ir a todos los partidos y le di la tabarra con David Silva a todo aquel que estuviese dispuesto a escucharme.
Creo que pocas veces me enfadé tanto con la grada de Balaídos como cuando pitaban el cambio de David Silva por Gustavo López. De acuerdo, respeto las idolatrías del celtismo pero Silva era Silva. Después de Karpin y junto a Hugo Mallo, el jugador que más me alucinó vistiendo los colores del Real Club Celta de Vigo.
Fue más que un sueño cumplido. El pequeño canario de Arguineguín recalado en un Celta que aspiraba nuevamente a competiciones europeas. Un loco bajito que con el balón en los pies derrochaba talento y FÚTBOL (en mayúsculas) a raudales.
Creo que la clasificación para la Uefa se me empañó un poco cuando sucedió lo evidente, el Valencia contaba con él para la siguiente temporada.

Sin embargo me gustaría dar un pequeño paso atrás en el tiempo. Pues en el año 2005 nació Karpinha. Fue en una época en la que empezaba a tener el ordenador de casa un poco más para mí. Y además, en el instituto durante las clases de ARE (Alternativa a la Religión) y Ética siempre teníamos una hora a la semana para ir a la sala de ordenadores y hacer lo que nos diese la gana. Fue entonces cuando me dio por entrar en un foro llamado DelCelta donde hablar del equipo de mis amores era un regalo al servicio de todos. Y regalos así no se pueden rechazar a la ligera cuando la gente que te rodea en tu vida diaria no es celtista ni mucho menos.
Tener un sitio en el que poder hablar del Celta las 24 horas del día y de todo lo que a una le da la gana es un dulce irrechazable para la glotonería celeste que late dentro de cada aficionado del Celta de Vigo.
Ya pasaron seis años desde entonces. Años buenos, años malos, momentos mejores, momentos peores. Pero todos vividos en familia. Si tuviese que ubicar mi hogar cibernético, DelCelta sería el mío. Una casa levantada sin ladrillos ni cemento. Una vivienda hecha de palabras, opiniones, vivencias y sentimientos de un solo color. Mi casa y casa de muchos.

Uno de los latigazos más fuertes vividos en el foro fue el último descenso, de nuevo de Europa a Segunda.
En aquel momento estaba muy operativa la página oficial de Borja Oubiña y a través de ella tuve la oportunidad de conocerlo antes de que se marchase a la Premier League. Sin ninguna duda uno de los mejores futbolistas y una persona excepcional. Gran celtista, lo aseguro con rotundidad.

Desde el año del descenso hasta hoy nos hemos ido reponiendo paso a paso. Yo marcaría el punto de partida en la plantilla del año 2009-2010. Ducha en esfuerzo y trabajo y compensada en la pasada 2010-2011 con incorporaciones de calidad como David o Quique. Plantillón que nos hizo soñar con lo más alto y dio lo mejor de sí para conseguir el ansiado ascenso, aunque al final no pudiese ser.

De los últimos años destacaría la figura de Hugo Mallo. Creo que pocas veces le rompí tanto la cabeza a alguien como a mi novio cuando Eusebio alineaba a Vasco en detrimento del de Marín. Estaba de acuerdo con que era muy joven y que era mucha responsabilidad para él ser el titular indiscutible pero para mí no había ni hay color. Hugo Mallo indiscutible.
Aunque sólo sea por su incorporación al primer equipo siempre recordaré al Sr. Sacristán y loaré su ojo clínico. Mil veces le daré las gracias por subirlo al primer equipo.

Un nuevo caso Silva para mí, un jugador que desde la primera vez que lo vi me dejó alucinada con su talento y rotundamente convencida de que le espera un futuro muy dulce si las lesiones le respetan y si sigue en esta línea de trabajo y fortaleza mental.

De cara al año que viene sé que lo que más echaré de menos no será a éste o aquél futbolista, bien porque terminó contrato o porque algún equipo llegó preguntando por él.
Sé que lo más echaré en falta será el momento previo a la salida de casa hacia Balaídos. La despedida de mi padre diciéndome el sempiterno: “¡Qué ganéis!”. Y nunca: “¡Qué ganen!”. Sé que para mi padre yo era parte de esa frase y de ahí el “ganéis”. Sé que para él yo no sólo era del Celta, sino que yo era parte del Celta. La parte por la que él más seguía a este equipo. La parte por la que más le preocupaban sus resultados.

Me da pena pensar que ya nunca más oiré esas historietas que me contaba de cuando mi abuelo lo llevaba al estadio y en lugar de seguir el partido se ponía a jugar a las canicas con otros niños en la tierra que había donde hoy está Fondo.

Así que, como no me quiero extender más (aunque seguramente hay mil recuerdos aún sin comentar), como me diría él…
El año que viene: “¡Qué ganéis!”.  
Es decir: ¡¡QUÉ GANEMOS!!


Y ésta soy yo, Karpinha.

Manías (que ahora recuerde):
-No lavar jamás la bufanda durante la temporada. Pierde su magia. Aunque se llene de mierda, de la primera jornada a la última no puede pasar por otra agua que no sea la de la lluvia de Balaídos.
-No perderme jamás el himno. Si algún día llego tarde a algún partido me dará un síncope. Para mí es vital entonar el himno de pie y con la bufanda alzada. Ojalá se recuperase esta tradición que cada día está más perdida en las gradas.

Rituales (que ahora recuerde):
-Cagarme en el capitán siempre que nos toca atacar en la primera parte hacia Marcador. Tiene que ser al revés, siempre.
-En las jugadas a balón parado y los córner del rival decir tres veces el nombre de los centrales (tontería supina, empecé hace un par de años y ahora ya lo hago por inercia).
-Subir el último tramo de las escaleras de la puerta 10 de Marcador ajena a todo lo demás. Clavando la vista en los escalones y dejando que el césped vaya aparecienndo poquito a poco.

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!

lunes, 13 de junio de 2011

Elucubración de una loca: "Necesito un partido más"

Sé que muchos subieron a Peinador el día posterior al último partido de esta temporada para transmitirle apoyo a la plantilla. La grandeza del celtismo no tiene estirón final y sigue creciendo más allá de los 88 años que cumple este mes. Pero desde ayer tengo una necesidad. Necesito volver a Balaídos este año, necesito otro partido.

Sé que los jugadores estarán deseando desconectarse ya y pensar en las vacaciones, quizá más de uno también en su futuro. Pero no hablo de un “partido” con todas las de la ley, hablo de un encuentro "de la casa".

Un partido que enfrente a los del primer equipo contra los del B, mísmamente. Sin que ninguno tenga que temer por lesionarse al meter la pierna. Una pachanga familiar.

En temas de calendario sería como no haber sido eliminados del play-off, podría ser este mismo fin de semana, como la propia final de ascenso.

Entrada gratuita y que todos los que quieran puedan ir a volcar el contenido del corazón: agradecimiento, ilusión, orgullo, cariño, pasión… y hacérselo llegar al equipo. No quiero que el final sea la decepción de lo no logrado. Quiero que el punto final sea la satisfacción mutua por haber tenido a estos futbolistas y equipo humano luchando por nuestro escudo. Y que ellos se sientan orgullosos también de SU afición. Igual que nosotros nos sentimos orgullosos de ellos. Un poquito más con cada segundo de juego, un poquito más con cada latido.

Sé que es una estupidez supina pero cada vez que pienso que este año se acabó, que la fecha de caducidad de esta plantilla (como bloque) está fijada… Necesito volver a casa. Una vez más. Y darles las GRACIAS. No sólo por la temporada sino por todo lo que esta plantilla desprendió desde la primera jornada de Liga.
De la ilusión contagiosa de la que nos enfermaron, de las increíbles tardes de fútbol en casa donde sólo habíamos perdido un encuentro hasta muy pasada la mitad de la competición.

Desearía poder arroparles una tarde más.
Pues no se trata de la calidad de una plantilla, sino de lo que esa plantilla representa. Y este año han hecho que sea tan, TAN fácil empatizar con ellos y sentirnos representados 100%. Nuestro sueño era el suyo, nuestras ganas las suyas. Nuestras lágrimas, sus lágrimas.

Fueron (y son) más que mera calidad, fueron creencia absoluta en lo que estaban haciendo y por lo que estaban luchando.
Y es que soy la negatividad personificada y creo que más de la mitad de los jugadores van a ser reclamados por equipos de Primera, porque sé que se merecen jugar ahí. Pero también sé que si pudiera los guardaría a todos y cada uno en una cajita para poder tenerles dentro de unos meses. No cambiaría a esta plantilla ni un poquito, me quedaría con los mismos hombres para luchar por el mismo objetivo la próxima campaña. Pero creo que la familia se va a romper y resquebrajar bastante.

Y por eso necesito volver a ese estadio un día más este año. Un cierre que haga justicia al trabajo y la ilusión desprendida partido a partido. Un cierre para aquella quedada celeste, un cierre para las subidas a A Madroa y Peinador, un cierre para los desplazamientos que muchos hicieron con el equipo por toda la península.

Que es imposible ya lo sé, pero si hay alguien capaz de convertir los imposibles en improbables, los improbables en quizás, y los quizás en hechos… es este REAL CLUB CELTA DE VIGO.

Mouriño, Paco, plantilla, dadnos un día para daros las gracias, para volver a estar unidos en nuestra casa de césped y cemento. 

Sólo un día, sólo una pachanga familiar.
Un último abrazo.
Una despedida como merece esta 2010-11.
Una última oportunidad para que la mano del equipo y la de la afición entrelacen los dedos mientras los ecos “Celta-Celta-Celta…” dan paso al silencio sepulcral del verano, hasta que las gradas vuelvan a ser reclamadas por los que ya desean verle la cara al R.C. Celta de Vigo v.11-12. 

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!


lunes, 30 de mayo de 2011

Artillería "Play-offera" (Vol. I)

Ismael Falcón
Ismael Falcón

A día de hoy aún convaleciente de la lesión sufrida en el encuentro ante la Ponferradina, el capitán del Celta desde el primer partido, es seria duda para afrontar los Play-offs. 
Su profesionalidad incuestionable, pese a la constante vorágine de rumores de marcha: malaguistas primero y atléticos después, le avala.
No son pocos los puntos celestes que fueron custodiados con sus acertadas intervenciones. 
Si bien es cierto que una servidora se muerde las uñas con alguna que otra de sus salidas también lo es que me gustaría poder tenerle para estos últimos partidos. Sin ofender a Yoel. 
Pero parece complicado que pueda llegar en plenas condiciones a los decisivos encuentros de ida y vuelta en los que el Celta se lo jugará todo.
Su regreso no dudo que podría verse eclipsado si el 13 materializa un buen final de temporada. Aunque Falcón puede presumir orgulloso de que su buen hacer con el Celta es una realidad y contar con él para la disputa de los partidos decisivos que nos pueden encaminar rumbo a Primera sería una muy buena noticia.
¿Volverá Ismael, el primer capitán, a vestirse de celeste? La duda es latente. 
Tirón de Orejas: Cada X partidos tiende a marcarse alguna que otra salida "loca" que nos deja con el culo al aire.
Summa Cum Laude: Es uno de los mejores porteros de la categoría y siempre tiene una manita lista para desfundar y disparar el balón lejos de las mallas de nuestra portería.


Hugo Mallo

Hugo Mallo
Mezcla de juventud, talento, fuerza y futuro se ha hecho un hueco entre los pesos pesados de la plantilla. La inexperiencia sólo le juega malas pasadas en partidos como el disputado en Pucela ante el Valladolid, donde fue expulsado tras la melé que formaron ambos equipos. Futbolísticamente brilla en cada aspecto del juego enriqueciendo el fútbol del Celta.
Él y ese carril diestro constituyen una vía de escape cuando el centro del campo se atasca. Suele ser uno de los objetivos buscados por Trashorras para marcar cambios de ritmo o de juego.
Su potencial ofensivo y sus subidas por banda dan significado al juego más interior que desarrollan nuestros pilares de arriba.
Su osadía en campo rival suma enteros a un ataque ya de por sí potente. Y más ahora con la nueva defensa de 5 diseñada por Paco y sus hombres.
La ausencia de Hugo durante sus problemas de pulbalgia se hizo notar en el equipo, de la misma manera que su regreso una vez superadas las adversidades físicas.
Contar con él en plenas condiciones para el Play-offs es un plus defensivo y ofensivo.
Un jugador al que la categoría de plata ya se le queda pequeña a tres semanas de cumplir los 20 años.  
Si se me permite la licencia de marcar un IN-VENDIBLE para la próxima campaña mi cruz va directa para este caballero (sí, lo sé, comentario muy puntilloso por mi parte).
Y además voy a tirar de osadía y declaro que si la crisis del fútbol ayuda a que los “Hugo Mallo” encuentren su sitio en primeros planteles que antes estaban vedados por Velascos, Ángeles & Cía (con todos mis respetos hacia ellos, sobre todo hacia el canario por el que babeé mucho futbolísticamente y a quien le deseo una pronta recuperación y una gran camapaña futbolística 2011-12, excepto en los dos partidos que le enfrenten al Celta), entonces bienvenida sea la crisis del fútbol y bien abiertas queden las puertas del Real Club Celta de Vigo a todos aquellos que hoy en día defienden nuestros colores en otras categorías. 
Tirón de Orejas: Exceso de revoluciones en determinados encuentros y jugadas, nada que la experiencia no cure.
Summa Cum Laude: Sólo tiene 19 primaveras y nos tiene babeando por los rincones con una compensación magistral de juego defensivo y ofensivo. Cuando termine de crecer no me imagino cuán alto puede llegar a estar su techo. ¡¡Mou no le vendas!! ¿Qué más puedo decir?


Roberto Lago

Roberto Lago
Potencia hecha futbolista. Como en el caso de Hugo Mallo es un baluarte en los contragolpes. 
Sus galopadas por la banda izquierda son el “click” que cambia en segundos una jugada, como un resorte pasa de su posición defensiva a robar balón e irse por velocidad de todo y de todos, colocándonos en situación de montar el brazo de la metralleta ofensiva.
Cuando las botas de Roberto Lago azotan el balón campo a través pueden darse dos situaciones: o bien aprovechamos al máximo el terreno de juego hasta la línea de fondo para colgar el balón al centro del área donde David, Quique, Michu o Iago siempre están dispuestos a darle el empujoncito de rigor que lo mande al fondo de las mallas; o sino, encara para buscar ese tiro ducho en fuerza y potencia que Roberto se saca de la zurda en cero coma y que si lleva la dirección adecuada no hay portero que lo detenga.
A la velocidad del parpadeo humano se carga el poderío del lateral zurdo del Celta.
Defensivamente representa uno de los mejores laterales de la categoría. 
Cuando su estado de forma acompaña y las lesiones le respetan es casi imposible pillarle a pie cambiado o ganarle la espalda en defensa, así como pararle en ataque.
Un tesoro ofensivo y defensivo para cualquier equipo de Primera y un regalo caído del Calvario para un equipo de Segunda.
Tirón de Orejas: A título personal diría que cuando tiene todo el carril para él solo y se detiene en el centro del campo ralentizando un contragolpe para buscar un pase en corto.
Summa Cum Laude: Es un todoterreno que jamás da un balón por perdido y no sabe lo qué es jugar a medio gas.


Borja Oubiña 

Borja Oubiña
Moldeado con la pasta de los grandes, ha conocido una de las caras más amargas del fútbol. 
Muchos meses lesionado y una latente incógnita de si volvería o no a disputar con rotundidad el maravilloso fútbol que emanaban sus intervenciones dentro del rectángulo de cal marcaron su pasado reciente. Una incógnita que debería quedar ahí, en el pasado.
Esta temporada ha vuelto a sellar partidos oficiales con su marca particular. Si bien es cierto que no todavía al máximo nivel. 
Pero su potencial sigue estando marcado por el juego mágico que sigue latiendo en el interior del hombre más veterano del vestuario, en términos celestes, y podría ser de gran ayuda en caso de necesidad para un mediocampo ávido de savia distribuidora.
Borja siempre destacó en esa faceta infravalorada de limpiar la basura del centro del campo pero, además, cuando se anima a sumarse al ataque demuestra una gran capacidad para ayudar a fluir el balón en busca del momento preciso para internarse entre la defensa rival y acechar la potería enemiga.
Dotado con una gran visión de juego sabe buscar los demarques de sus compañeros cuando la presión del equipo rival asfixia la posibilidad de jugar en corto.
Borja, experto en librar batallas individuales durante los últimos años puede ser una ayuda para librar la batalla particular que ahora se nos presenta.
Aunque, difícil pinta la cosa cuando no viajó a Xerez. Si Paco no lo ve preparado para los últimos partidos de Liga regular en los que ya no nos jugamos "nada", menos entrará en juego en los Play-offs (opinión personal).
Eso sí, el año que viene será un guerrillero más peleando por la titularidad en el centro del campo del Celta, eso seguro.
Tirón de Orejas: Por las opiniones vertidas por Paco Herrera  se intuye que le falta un punto de intensidad, nada que los minutos no curen.
Summa Cum Laude: Sigue siendo Borja Oubiña, no debería ser necesario añadir más pero lo haré: tiene visión, pase, fuerza, fútbol y ganas. Es un luchador que comparte espíritu con el club que representa y al que profesa devoción desde niño.


Michu

Michu
En una temporada plagada de altibajos pasó de no disputar un solo minuto en el mes de diciembre a cobrar notorio protagonismo al mes siguiente con su prolífica capacidad goleadora.
A priori, es el llamado a ser el “sustituto” original de Trashorras cuando el “Crack de Rábade” no está disponible o el míster le quiere dar otro aire al partido.
Lleva demostrando durante estos años vistiendo la elástica celeste que su poderío físico lo mismo despunta en el juego aéreo como en las jugadas de recuperación en el centro del campo. 
Así como dentro del área rival es uno de los máximos valedores del peligro céltico, también lo es cuando la situación requiere sacar el balón jugado desde atrás. 
Su actual estado de forma dará más de un dolor de cabeza al cuerpo técnico a la hora de decidir su participación en los Play-offs. ¿Titular o suplente? Esa es la cuestión.
Su fin de contrato en junio invita a pensar que su continuidad está intrínsicamente ligada a la consecución del ansiado ascenso.
Sea como fuere, si el Celta alcanza el objetivo, esa noche debería tocar fiesta y a la mañana siguiente reunión con los representantes de Ismael Falcón y el propio Michu. Matizo, eso es lo que yo me plantearía si estuviese al frente de este equipo.
La polivalencia que tiene Michu sobre el terreno de juego no se encuentra en cualquier jugador hoy en día. Y si la situación nos lo permite deberíamos marcarnos el objetivo de mantenerle en plantilla de cara a la 2011-12.
Tirón de Orejas: Es uno de los que más veces "perdona" la portería rival, una lástima ya que tiene el talento de plantarse en el área en tres zancadas.
Summa Cum Laude: Pese a todas las que perdona tiene una capacidad destacable para enchufarla, sin embargo lo que más me gusta de él es como bascula entre el centro del campo y el área rival.

[Nota: intentaré publicar entradas sobre toda la plantilla, pero no puedo prometer nada. El tiempo decidirá si me permite hacerlo o no antes de que empiece la batalla "Play-offera"].

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!


sábado, 28 de mayo de 2011

Reyes y reinas de un sentimiento

Con el play-off asegurado y el ascenso lamiendo la puntera de nuestros dedos así como el balón lame las botas de nuestros jugadores, es momento de que el celtismo despierte, empatice con el EQUIPÓN que nos representa semana sí, semana también sobre el césped y que Balaídos sea el horno que ayude a subir los goles al marcador.
Nos lo merecemos, pero si lo queremos tenemos que demostrarlo dentro de las líneas de cal y también en las gradas.




Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!

viernes, 13 de mayo de 2011

J. 38 || Salamanca 1-1 Celta

En cualquier otro momento de la temporada quizá el punto cosechado ayer en “El Helmántico” nos habría sabido a poco y habríamos dado más relevancia a la sexta posición en la tabla.
A golpe de la 38ª Jornada y tras innumerables traspiés en casa quizá sea momento de ya no sólo valorar el sumar sino también el cómo se sumó. 

El equipo de sorpresa anunciada que vistió de cara la elástica celeste ya aventuraba a la imaginación un presumible cambio en el guión del partido.
La defensa de cinco hombres cobró protagonismo en lo malo, primero; y en lo bueno, después. 

El apuntalamiento defensivo debería haber sido más “implacable” desde el comienzo. Un gol tempranero del Salamanca hizo presagiar los peores “canguelos”, no tanto por el gol en sí sino por la facilidad que envolvió toda la jugada, una vez más. Los balones colgados desde los laterales (y en jugadas a balón parado) son la kriptonita de una defensa que no evita con el rigor exigible la posibilidad de remate dentro del área. Un balón que voló con permisividad desde el lateral y que encontró aún más concesiones por parte de  la zaga para ser rematado por un jugador salmantino, sin necesidad de mucho esfuerzo, “desvirgó” el marcador mediados los diez minutos de juego.

La solidez defensiva de antaño es, en jugadas como la del gol, equiparable a la cabaña de paja que el lobo soplaba sin dificultad alguna en la fábula de “Los 3 cerditos”, visto y no visto. Nos sigue faltando la tensión y la capacidad de reacción desenvuelta de otros momentos de la temporada.
Por otra parte, la razón de ser del nuevo sistema: dar libertad a los laterales para funcionar como carrileros, no ganó enteros hasta pasados quince minutos y ya con el marcador en contra. Hasta ese momento tanto Hugo como Lago apenas habían tenido tiempo u ocasión de abrir el campo. 

Tras el gol encajado pasamos unos minutos de alicaído vaivén sobre el césped. Sin embargo, a diferencia del pasado sábado, la reacción no se hizo esperar.

En un partido en el que el centro del campo estaba teniendo menos relevancia que el paso por Box en las carreras de MotoGP un día soleado, los llamados a destacar eran los hombres situados por delante de la línea Bustos-Garai con un Michu deshecho en subidas y bajadas para recuperar y guiar el balón. 

La dupla canterana Iago-Dani, además de ser debilidad de una servidora, es frescura para un plantel tan “dependido” ofensivamente de ese otro dúo David-De Lucas. La profundidad de banda que emanan las acometidas de Abalo son un regalo para tener llegada pero quizá habría sido más rentable en otro tipo de encuentro. Uno en el que no se espere de Hugo Mallo el rol de “comerse” el carril diestro del Celta.
Aunque hablando de comer menuda entrada se zampó el árbitro sobre Dani. En otros campos y con otros jugadores no dudo que ese “lance” se habría saldado de otra manera. En fin, a tragar que es lo que toca siendo quiénes somos y viniendo de dónde venimos.

Pero bueno, volviendo al partido, para jugar con carrileros debo confesar que soy más partidaria de situar arriba a hombres como Joan Tomás (de quien esperaba bastante más por cierto), ya que es más ducho en el juego interior. Dejando así la banda a servicio y disposición de Hugo Mallo, quien sigue despertando el “babeo” de la aquí presente con cada internada en ataque. Y lo mismo se puede decir de Roberto Lago y esa potencia física que desborda a todo y a todos en cuanto se hace con el balón y mete primera en busca de territorio enemigo.

Si sacáramos mayor provecho de esa virtud que tiene el jugador de O Calvario nos evitaríamos más de un dolor de cabeza a la hora de conducir el balón en ataque. Y es que no frena ni en el paso por curva, obligando al rival a pararlo a base de faltas, como ayer ejemplificó el Salamanca.
A título personal reconozco que echaba de menos esa sensación de peligro en ataque por parte del Celta. 

En lo tocante a Iago “notengoniideadeloqueesmarcargolescantadosysóloendosogolazoscomopanes” es nervio puro hecho futbolista y ayer lo volvió a demostrar. Nervio con el balón, nervio con el árbitro… Durante los primeros 45 minutos no me gustó especialmente el modo en el que se le estaba buscando. Sus aportaciones, en jugada, de la segunda parte me gustaron mucho más. Así como en el primer tiempo eché en falta mayor entendimiento entre él y sus asistentes, tras el descanso me pareció mucho más enriquecedor el juego atacante que se desprendía o giraba en torno a él. Fuimos más “creadores”, más “dañinos”. Si el gol de la igualada no llegó antes ni se incrementó después no fue porque el Celta no encontrase portería. 

Con las llegadas en ataque de los carrileros y la presencia en el área de hombres como Michu o Iago, el equipo tuvo ocasiones varias para llevarse los tres puntos del campo salmantino. Y si finalmente no fue así no se debió a deméritos celestes. 

Un hombre que merece una mención aparte, en mi opinión, es Andrés Túñez, bienvenido y bienhallado sobre el césped. ¿Habrá visto Paco en su partido un boleto directo a próximas titularidades? Lo ignoro. Aunque a título personal yo diría que merecer, se la merece. Savia añeja y experimentada para una zona del campo que no estaba siendo lo que era en otras épocas de la temporada, sin desmerecer a nadie, por supuesto. 

En lo referente al gol que significó la igualada y nos premió con el punto final únicamente añadiré que sólo podía llevar la rúbrica de un moañés que parece atesorar una capacidad goleadora dotada con la gracia de la hermosura futbolística. Empiezo a cuestionarme si en el futuro Iago Aspas será capaz de sorprenderme con algún tanto “de churro”. De todos modos, sean como sean sus roscos, que siga horneándolos con frecuencia para bienestar del Celta y goce y disfrute de la afición. 

Cada día el play-off está más cerca de ser asegurado. 

Ahora a sentenciar el domingo ante un presumible carne de Primera, el Rayo Vallecano visita Balaídos.

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!

Celtismo Unido

[Nota: Blogger estuvo "caído" ayer y las entradas publicadas a partir del miércoles se borraron, no tenía guardado el texto de "Celtismo Unido", así que perdí todo lo escrito. Intentaré recuperarlo de algún modo. De momento vuelvo a enlazar el vídeo que hice para que el domingo vayamos todos con el ánimo de sumar juntos y no arremeter los unos contra los otros].

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!

martes, 12 de abril de 2011

Bestiario: el árbitro, esa fantástica criatura


Lo escrito hoy me sorprende hasta a mí. No creí que mi límite se pudiese evaporar de esta manera o que la situación me pudiese enervar como me enerva.

Nunca he sido persona propensa a pensar en manos negras o premeditadas ineptitudes arbitrales pero lo visto, padecido y sufrido este año; especialmente en fechas recientes, es como para hacer dudar hasta a los más escépticos.

La pasión por el fútbol y el amor por el Celta son para mí como la paradoja del huevo y la gallina. No sé cuál fue primero, pero sí sé que ambos pesaron siempre demasiado en mi conciencia a la hora de aceptar y asumir presumibles intervenciones ajenas en la evolución de los partidos y los resultados.

Nunca quise aceptar –o no era capaz de aceptar- que la pureza “virginal” de este deporte pudiese estar manchada y en entredicho de esta manera.
El fútbol, fútbol es. Es creer en ganar por encima de cualquier vicisitud, adversidad o cualidad deslumbrante del rival. Es salir a un campo de césped a competir por tres puntos. Es sacar lo mejor de uno mismo para un único fin, la victoria.

Cualquier equipo puede ganar o perder. Pero siempre con la prerrogativa de que debe existir una tabula rasa que se preste a ser cumplida y que, mediante ella, se garantice que ambos contrincantes podrán jugar siempre con las mismas armas y sin que ninguno de ellos posea ventaja parcial por parte de los llamados a “bascular” las irregularidades del juego que se produzcan dentro de las líneas de cal: los árbitros.

Si bien es cierto que nunca quise creer en “mafias” o “persecuciones”; también lo es que no soy ciega, por mucho que mi debilidad por el fútbol me quisiera cubrir los ojos con una venda para no “desenamorarme” de este deporte al ver ciertas decisiones tomadas dentro de los 90 minutos de juego. Esos minutos en los que mi equipo se está jugando su presente y su futuro deportivo.

Así como soy la primera en clamar por la profesionalidad de los jugadores del Celta cuando creo que estos no están dando la talla o no obran como deberían, considero que, en base a las circunstancias vividas en pasadas jornadas tengo todo el derecho del mundo a clamar también por la profesionalidad de las autoridades competentes, llámense árbitros, linieres o seres de más altas esferas. Porque en lo tocante a esa cualidad, su profesionalidad, hoy me veo tristemente obligada a ponerla en entredicho.

Y voy a ir un paso más allá de las decisiones puntuales tomadas a la ligera y sin miramientos por parte de algún que otro colegiado, como fue el caso de la expulsión de Roberto Lago hace una semana en el Benito Villamarín o el penalti pitado al Valladolid el sábado pasado que no fue ni la mitad de escandaloso que el que sufrió Quique De Lucas en esa misma área tras el descanso.

Voy a ir un paso más allá tildando de dictatorial todo el halo que envuelve al mundo del arbitraje profesional. Porque el olor de la putrefacción que se cuece ahí dentro no va a tardar mucho en apestarnos a todos los que defendemos los intereses de clubes modestos que poco o nada importan a los que parten el bacalao.

La situación ha llegado a un punto de no retorno, o eso parece. No sólo tienen “poder” para controlar –y entiéndase por controlar lo que cada uno desee- los partidos, sino que además todo lo que los mente o aluda a sus “grandes” actuaciones es también “juzgable” a sus manos. Y digo a sus manos porque ésas son las mismas que después utilizan para redactar el chivatazo del acta y aplacar así su ego herido e intentar con ello causarnos alguna zurrita en el culete por parte de los entes de arriba.

Sin ir más lejos los compararía con los “corre ve y dile”, los chivatillos de cualquier correccional penitenciario. Mientras que los de más arriba vendrían ejerciendo el papel de Alcaide de prisión que pone y dispone como mejor le parece. Si en las cárceles los “corre ve y dile” ejercen esa función para trepar en afectos y conseguir tratos de favor. Pues, en fin, me ahorro decir cuál podría ser la finalidad de cualquier árbitro predispuesto a pitar con determinadas orientaciones previas ¿no? En Primera no caben todos y si es necesario subir a codazos no dudo que hasta se los limarán para hacer mayor daño en el refrote.

Aunque claro, si unos son los chivatillos y otros los Alcaides sólo me falta por ubicarnos a los que padecemos a sus manos y decisiones. Y no, por ahí no paso. ¿Se supone que vendríamos siendo los presos a los que doblegan a sus anchas? No, no y no. Me niego.

Si esta competición es libre, limpia e imparcial ¿por qué su ceguera humana, ésa que ampara las malas decisiones arbitrales bajo la excusa de que son humanos y pueden equivocarse, sólo recae sobre determinados equipos?

Es cierto que otros, más duchos en quejas, lloros y protestas ante medios de comunicación de tirada nacional han sufrido malos arbitrajes. Es cierto. Tan cierto como que dentro de la gama de colores existe el azul oscuro y, por otro lado el negro: negro antracita, negro zaino, negro azabache. Pero negro a fin de cuentas. Del mismo modo que hay malas actuaciones arbitrales puntuales y hay malas actuaciones arbitrales sin más. Y las peores son éstas últimas. Porque ya no importa si el que pita es fulanito o menganito. Todos pitan lo mismo y todos parecen obnubilados con ver errores en los de celeste que después obvian en los de verde, rojo o amarillo fosforito.

La situación está llegando a un límite que me supera y la gotita que colmó mi vaso de paciencia fue el acta del pasado sábado. No sólo tenemos que aguantarnos y sufrirlo sino que además pretenden que no podamos mostrar desacuerdo o descontento a base de desenfundar el arma del terror. Pretenden que temamos lo que pueda acarrear para el club lo recogido en las actas por su parte. ¿Dónde quedó la libertad de expresión coherente? ¿En el mismo lugar donde está la ceguera de estos heroicos de pito en mano que sí pasan recadito de las pancartas de Balaídos respecto a la Federación pero no ven las banderas falangistas o las apologías que se hacen del nazismo en otros campos de fútbol? ¿Eso no es acaso más denunciable, censurable y merecedor de multa al club en cuestión por permitir la entrada de determinadas bufandas, banderas y pancartas al interior del recinto deportivo? ¡Ah no, que esto va de vendettas personales! Si salgo al Bernabeu y me rodean varias banderas falangistas no pasa nada, pero si salgo al estadio de Balaídos y hay una pancarta que cuestiona la profesionalidad del colectivo al que pertenezco entonces sí. Eso hay que reflejarlo y si les cae algún regalito monetario con el que hacer caja mejor que mejor, que seguro que me felicitan.

A título personal les invito a seguir con ésta su brillante actuación. No, en realidad no les invito, les reto a ello. Porque si se atreven a seguir por este camino que discurren rateando de césped en césped entonces van a tener que hacerlo a tumba abierta y a pecho descubierto. Demostrando con obviedad clamorosa la diferencia de raseros que existen para unos y para otros.

Me importa poco o nada la masa social, deportiva o económica que exista detrás de otros clubs. Porque nosotros no somos ni menos respetables ni más vapuleables.
Si esto va de que el ascenso directo debe llevar nombre y apellidos concretos que sepan que van a necesitar más que los siete puntos que nos separan a día de hoy de esa segunda plaza. Van a tener que seguir trabajando con la incapacidad e ineptitud que arrastran desde hace tiempo para con el Real Club Celta de Vigo. Y van a tener que tirar de “gónadas” y afirmar que molestamos.

Si me escupiesen esa posibilidad a la cara sé que me dolería mucho menos que seguir sufriendo los palos arbitrales que nos caen como las porras de los antidisturbios: sin merecerlo, cuando menos te lo esperas y como cantaba Ska-p “solamente por pensar”.

Me siento como si fuésemos la oveja negra, la que se escapa del redil y se niega a aceptar lo preestablecido.
Pero también la indomable, la luchadora y la rebelde que peleará a coces hasta la extenuación si hace falta para chafarles la fiesta.

Como equipo de fútbol de respeto seguiremos haciendo lo que nos compete, seguiremos jugando al fútbol. Y si otros quieren jugar con nuestro destino lo harán con la cobardía y la miserabilidad como compañeras de viaje. Que no esperen que nos dobleguemos y aceptemos claudicar porque no lo haremos.

La sangre late y corre de otra manera cuando se acerca el comienzo de una nueva jornada, una nueva batalla. Que vengan a pararnos, que vengan a romper nuestro sueño y responderemos con la misma voz que quieren acallar. La de esas pancartas de Balaídos. La doliente del animal herido.
Pero responderemos. Cada injusticia arbitral seguirá encontrando respuesta en nuestras gargantas y aún en el desgarro defenderemos lo que creemos justo.

Que vengan y sigan curando con golpes las heridas aún no sanadas. Porque aún a rastras seguiremos clamando a voz en grito la necedad que emana de sus actuaciones y amenaza con intoxicar y empodrecer este deporte, esta competición.

Si los llamados a sembrar la justicia, el orden y la limpieza deportiva son los primeros en violarla en quién confiar.
Si los árbitros son los llamados a gestionar el buen desarrollo de la competición “dirigiendo” cada partido y éstos demuestran semana sí, semana también, clamorosas incapacidades e inutilidades…
Entonces ¿quién les controla a ellos?
Y ¿estarían dichos responsables haciendo bien su trabajo cuando ciertas irregularidades para con ciertos equipos se suceden con una continuidad pasmosa?
Con mi libertad de expresión espléndida, impoluta e inquebrantable digo y respondo que ¡NO!

Mientras ellos actúen con su deplorable libertinaje, Balaídos lo hará con el liberalismo en las manos y en las gargantas de sus residentes, respondiendo a las injusticias con la voz de una afición que jamás se amilanará ante robos, vergüenzas y demás deméritos “colegiales”.

Si ellos actúan nosotros responderemos porque somos incallables, irreductibles e indomables. 

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!


viernes, 1 de abril de 2011

4 años, 4 heridas

Los últimos cuatro años vividos por Borja Oubiña y el Real Club Celta de Vigo pueden ser llevados hasta tal punto de comparación que resulta sencillo establecer un paralelismo constante en cuanto a sus periplos y andanzas recientes.

Durante la travesía de la temporada 06-07 el Celta se labró su último y actual descenso a la división de plata del fútbol nacional. Al mismo tiempo un Borja Oubiña deshecho en trabajo, entrega y compromiso dio lo mejor de sí mismo para que aquel navío no se hundiese. Pocos jugadores mostraron tal respeto por la camiseta que vestían. Pero nuestro capitán estuvo a la altura de las circunstancias. Eventualidad que no se puede atribuir a otros que, de palabra y pantomima, mucho cariño decían profesar hacia esta nuestra camiseta.
Con el descenso, el Celta y Borja se labraron su primera herida, la que les separó.

El regreso del Celta a la Segunda División infligió una profunda incisión en el sentimiento celtista y uno de los primeros puses que empezó a manar de la infección y a oler entre los aficionados fue el que establecía divergencias de opinión en cuanto al “deber” que se les presuponía a determinados jugadores en relación a su continuidad o salida del club. Desgraciadamente no fueron pocos los que levantaron el dedito acusador para señalar a Borja en aras de que “tenía” que quedarse, afirmando que si era celtista entonces aquél era el momento de demostrarlo. La dureza de muchos comentarios (injustos en mi opinión) se fue intensificando a medida que las informaciones acerca de los clubes interesados en su contratación se incrementaban.

De Inglaterra y Portugal llegaban los rumores con más peso. El Birmingham y el Benfica de Camacho parecían muy dispuestos a llevarse al medio centro vigués fuera de Galicia.
Y si aquel año Borja decidió partir de su Vigo natal no fue sino para que su carrera futbolística siguiese creciendo como merecía y debía. Al margen de lo que pensasen algunos con sus cuestionables exigencias morales en la mano.

Así nos dejó, con las arcas del club un poquito más llenas. Ya que, como siempre abogó él mismo, el día que saliese del Celta sería porque la oferta resultaba atractiva para él, pero también para el club.
Desgraciadamente no creo que recibiese la despedida que se merecía. Quienes piensen que Borja, dentro de su tranquilidad, no sentía mil veces más su salida del club que otros que desgastaban escudos de tanto sobarlos de cara a la galería, no tienen ni idea de lo que hablan. El sentimiento que siempre desprendió el 4 sólo es equiparable al de los sufridos aficionados de grada y, en ningún caso, al de muchos de los que por entonces compartían vestuario con él, le pese a quien le pese. Y siempre valoraré lo que hizo en cada segundo de juego mientras el balón rodaba y la marea nos debatía entre la permanencia y el descenso final.

Al nacer la siguiente temporada el Celta comenzó su actual andaina en la Segunda División. Mientras, Borja Oubiña desembarcaba efímeramente en la Premier League. Su temprana lesión en Anfield Road ante el Liverpool puso fin a su sueño fuera de nuestras fronteras y frenó la que presumo habría sido una boyante carrera futbolística. Esa fue la segunda herida de Borja Oubiña, la que le reunió de nuevo con el equipo que le vio nacer cuando su rodilla izquierda le obligó a hacer un impás. En ese momento el futuro de Borja y el del Celta se volvieron a combinar para dar forma al presente que vivimos a día de hoy.

Desde entonces hasta ahora las arrancadas, vueltas al césped, recaídas, tratamientos de recuperación y nuevas operaciones de Borja Oubiña se han ido sucediendo; pudiendo contarse hasta tres pasos por el quirófano. Los que, sumados al descenso vivido en la 06-07 suman las cuatro heridas de Borja, sus cuatro cruces.

Cuatro, como los cuatro años que el Celta estuvo padeciendo los dolores de, primero, ese descenso, y después tres temporadas grisáceas, cuasi negras, en Segunda División. Cuatro años sufriendo. Las cuatro heridas del Celta.

Celta y Borja. Borja y Celta. Lo que para uno fueron dolencias físicas para otro fueron dolencias futbolísticas.

Mientras el 4 bregaba con cirugías y recuperaciones post-quirófano, el Celta luchaba en el césped contra lo mal dado del fútbol: apreturas de última hora para evitar descensos a 2ªB, cambios constantes de entrenador, carencias de profesionalidad en determinados integrantes de la plantilla y un fútbol que malamente podía inspirar a soñar a mayores y a lo grande como, por ejemplo, con un regreso a la División de Oro de nuestro fútbol.

Este año, temporada 2010-11, ha sido el regreso de ambos. El retorno del Borja Oubiña plenamente recuperado y preparado para afrontar lo que venga y el retorno del Celta dotado de talento y compromiso a partes iguales.

Es cierto, los dos se han hecho esperar. Tanto que volver a ver a ambos caminando con fuerza en el mundo del fútbol es ya de por sí un regalo. Pero es que además los dos están empecinados en volver a lo grande. Empecinados en hacernos creer que éste es el año en el que, por fin, las aspiraciones celestes parecen haber sumado los enteros suficientes para que el objetivo que todos tenemos entre ceja y ceja sea el más ambicioso de la categoría: el ascenso directo.

Es cierto que la fortuna quiso reunirles en el que desafortunadamente está siendo el peor momento de la temporada y Borja aún no conoce las mieles de la victoria. Pero, si hay algo que todos tenemos claro, es que no tardará mucho. Tardó dos minutos en demostrarnos, con aquel balón enviado a Quique De Lucas en el partido ante el Villarreal B, que su visión y talento siguen estando latentes en su interior; tardó dos partidos en volver a lucir el brazalete de capitán que le define como el jefe del centro del campo; y no tardará mucho más en llevarse los tres puntos de la victoria reflejados en el sudor de su frente.

En los tres partidos disputados como titular dejó entrever la puntita del iceberg, lo que implica que todavía nos queda por re-descubrir la parte que está oculta bajo el nivel del mar. La parte más grandiosa y poderosa de toda montaña de hielo. La misma que se irá despertando a base de minutos para que los instintos y las capacidades aletargadas durante estos años de obligado ostracismo futbolero vayan reviviendo en las piernas y el fútbol del 4, para fortuna del Celta y del celtismo.

Y es que ambos, Celta y Borja, todavía tienen todo un camino por delante para cumplir sus objetivos. Borja debe seguir devorando entrenamientos y minutos para brillar como puede y sabe, y el Celta debe seguir bregando partido a partido con la ferocidad necesaria para que nuestro sueño no se convierta en un sueño roto.

Sé que más de uno y de dos creen que lo que pase el domingo en el Benito Villamarín será definitivo. Pero yo no lo veo así. También fueron más de uno y de dos los que pensaron que Borja no lo conseguiría. Que no llegaría hasta aquí. Que habían sido demasiadas intervenciones, problemas y meses… Pero él lo ha conseguido. Y su espíritu es el espíritu del Celta. Así que, locales y foráneos, que ninguno dude que este equipo va a pelear con todo y con todos para que una de las dos primeras plazas de la clasificación nos pertenezca a final de temporada.
Porque si en los momentos duros el paralelismo entre Borja y el Celta se mantuvo; de cara al futuro, la ligazón entre el buen hacer de Borja y el buen hacer del Celta será una constante incuestionable.

Porque el Celta lo merece, porque Borja lo merece y porque nosotros merecemos presenciarlo, vivirlo y disfrutarlo.

Pero sobre todo porque tanto el Real Club Celta de Vigo como Borja Oubiña Menéndez saben lo que es superarse ante las adversidades. Lo hicieron antes y lo harán siempre, su naturaleza dicta su bravura, valentía e inconformismo. Y a ella están cosidas las alas que les impulsan a ambos a soñar con volar más y más alto sin temor a las alturas, los vértigos o las caídas.

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!

Tirando de Blogteca: "BO, un celtista hecho jugador"

Probablemente estoy empezando la casa por el tejado. Probablemente lo apropiado sería que la primera entrada, propiamente dicha, de este blog estuviese dedicada a la actualidad que impregna a nuestro equipo. Sin embargo, el cuerpo me pide empezarlo teniendo un detalle con alguien que está viviendo un año especial.

Hace cuatro años la vida me dio el regalo de poder compartir unas horas de su compañía. Hace cuatro años él me alucinó como persona todo lo que ya me había alucinado como futbolista. En aquel momento tenía un blog (el único hasta el día de hoy), que no tardó en caer en desidia y abandono en cuestión de días, pero antes de evaporarse en la red había publicado en él una entrada acerca de la impresión que me había deparado aquella tarde de verano.

Concretamente el 29 de junio de 2007 escribí lo siguiente:

"Borja Oubiña, un celtista hecho jugador"

 
Es difícil hablar con objetividad de una persona a la que admiras y apenas conoces. En tales circunstancias suples tu desconocimiento con palabras de admiración y adulación. Destacando sus cualidades y todos esos pequeños detalles que te hacen ver en él al estandarte de tu equipo.

Cabe la posibilidad de que un día te lo encuentres y el resultado de un intercambio de palabras te lleve a pensar que se te cae un mito. Que no es lo que tú imaginabas, que no es el héroe contemporáneo que tenías en mente cuando le veías vestir los colores que con tanta pasión defiendes desde la grada. Siempre cabe la posibilidad de que cuando esa persona tan lejana esté a tu lado te decepcione.

Con Borja Oubiña esa posibilidad se convierte en la conjetura más inviable.
Es inevitable que mientras las palabras fluyen de él se te vaya abriendo progresivamente la boca a medida que su elocuacidad invade la conversación. La sensatez y la franqueza de cada palabra te llevan a ver las cosas desde otro punto de vista, descubriendo detalles a los que antes no dabas importancia. Y acabas siendo consciente de lo que realmente es un jugador de club.

Escuchar hablar a Borja es como escuchar a un celtista de toda la vida y a la vez al profesional más experimentado. Su interés por conocer todo lo que gira a su alrededor, no sólo lo futbolístico, lo llevó a convertirse en un jugador de lo más insólito.

Fuera del campo habla, de tú a tú, de temas por los que la mayoría de jugadores no muestran interés. Se muestra abiertamente sincero, espontáneo. No existe ese halo de ego a su alrededor que sí parece girar entorno a otros de sus compañeros de profesión. La espontaneidad de sus palabras, la expresión de su cara y la exteriorización de sus gestos dejan ver a un chico humilde, con la cabeza muy bien amueblada. Siempre abierto a hablar de un tema que le apasiona: el fútbol. Y se nota, no sólo cuando juega sino también cuando habla. Se interesa por el fútbol en toda su extensión y ello se visualiza a través de la pasión que desbordan sus palabras.

Nunca creí que pudiese existir realmente un jugador con sus características y su forma de pensar fuera del campo. Y resulta que no sólo existe sino que además está en Vigo.

Un jugador que muestra abiertamente su preocupación por temas como la potenciación de la cantera o mejoras estructurales es algo que no debe predominar en esto del fútbol. Oírle hablar tan en serio de temas como éstos y ver en sus ojos que lo dice sinceramente hace que aumente el pesar por perderle esta temporada.
Si existe el concepto de “jugador de club” podemos afirmar irrefutablemente que Borja Oubiña lo es.

Cuando el jugador se hace persona, cuando se quita los pantalones cortos y las botas y se viste de calle, cuando lo personal predomina por encima de lo profesional eres realmente consciente de la grandeza de alguien.
Hace tres días si me hubiesen pedido que definiera a Borja Oubiña con una sola palabra diría Crack, porque por entonces se me antojaba el término más grande para abarcar todas sus virtudes. Hoy se me antoja una palabra insignificante en comparación con la persona de la que hablo.

El hombre que se esconde detrás del dorsal número 4 es más grande, si cabe, que el propio futbolista.
La pretensión de cualquier aficionado hacia sus jugadores es que estos respeten al club que les paga y respeten los colores que lucen.
Borja Oubiña es el celtista hecho jugador. No es un futbolista que jugando en el Celta se hizo celtista. Es un celtista que jugando en el Celta se hizo futbolista, jugando en el equipo de su vida. No en un Madrid, ni en un Barça, sino en un Celta. Su equipo.

Las mentes cuadriculadas dirán que éste es el momento de demostrar su celtismo. Y a ellos les dedico mi más rotundo No. El momento de demostrar celtismo son los 9 meses de partidos semanales de los que consta la competición. Demostrar celtismo no es salir en rueda de prensa y hablar maravillas de todo y de todos. Ser celtista es salir a comerse el campo para evitar un descenso, respetando en lo máximo a una afición y a un club. Y eso, precisamente eso, es lo que hizo Borja Oubiña. Dentro y fuera del campo.

Pero hablar de esa faceta es sólo hablar de la mitad de un todo. Cualquiera que haya pisado Balaídos este año, cualquiera que haya seguido al Celta todos estos meses y además tenga dos dedos de frente podrá asegurar, como yo lo hago, que Borja Oubiña puso todo el empeño humano por hacer que el mástil de nuestro barco no se viniera abajo. Pero un hombre no deja de ser un hombre y en el campo tiene que haber otros diez que compartan su predisposición para que la ardua tarea salga adelante.

Sin embargo, el fin de toda esta palabrería era dejar constancia de la persona que se esconde detrás del jugador. La parte no pública, la parte desconocida. Esa parte que puede hacer que se te caiga un mito o que te caigas literalmente de culo ante lo excepcional que puede llegar a ser alguien.

Hoy yo garantizo que con Borja uno se cae de culo. Y repetidas veces.



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Si decido dar el primer pasito en el blog recordando lo que un día escribí ya no es solo porque opine que Borja se lo merece sino porque además pienso que hay pocas maneras mejores de estrenarse, tal y cómo él demostró en el partido contra el Villarreal B. Y también porque una de las primeras "idas de olla" que he empezado a esbozar va sobre su regreso al Real Club Celta que le vio nacer.

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!

jueves, 31 de marzo de 2011

Nuevo Blog

Por circunstancias de la vida ahora mismo me encuentro disfrutando de cinco-seis horas muertas diarias y tras terminarme dos libros en esta última semana decidí comprarme una libretita de esas pequeñas para empezar a escribir un poco en lugar de pasar todo el  tiempo leyendo.

Y entre parvada y parvada acabé esbozando alguna que otra paranoia de las mías, de ésas que cientos de veces acabaron vertidas en Delcelta (www.delcelta.com).

No sé muy bien con qué intención nace este blog, supongo que como vertedero de dichas idas de olla relacionadas con el Celta. ¿Su duración en el espacio tiempo? Ni idea, mi inconstancia lo determinará.

A los que os animéis a pasar por aquí espero no aburriros y que la lectura se os haga, al menos, algo entretenida.

Excuso decir que en términos de diseño soy un pez de agua dulce dentro de una pecera de agua salada. Si escribir me sale solo, maquillar el blog para que visualmente resulte atractivo me supone un imposible.

Así que espero que no me juzguéis por lo visual sino por la palabra escrita. Toda crítica será bien recibida y tenida en cuenta.

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!