viernes, 13 de mayo de 2011

J. 38 || Salamanca 1-1 Celta

En cualquier otro momento de la temporada quizá el punto cosechado ayer en “El Helmántico” nos habría sabido a poco y habríamos dado más relevancia a la sexta posición en la tabla.
A golpe de la 38ª Jornada y tras innumerables traspiés en casa quizá sea momento de ya no sólo valorar el sumar sino también el cómo se sumó. 

El equipo de sorpresa anunciada que vistió de cara la elástica celeste ya aventuraba a la imaginación un presumible cambio en el guión del partido.
La defensa de cinco hombres cobró protagonismo en lo malo, primero; y en lo bueno, después. 

El apuntalamiento defensivo debería haber sido más “implacable” desde el comienzo. Un gol tempranero del Salamanca hizo presagiar los peores “canguelos”, no tanto por el gol en sí sino por la facilidad que envolvió toda la jugada, una vez más. Los balones colgados desde los laterales (y en jugadas a balón parado) son la kriptonita de una defensa que no evita con el rigor exigible la posibilidad de remate dentro del área. Un balón que voló con permisividad desde el lateral y que encontró aún más concesiones por parte de  la zaga para ser rematado por un jugador salmantino, sin necesidad de mucho esfuerzo, “desvirgó” el marcador mediados los diez minutos de juego.

La solidez defensiva de antaño es, en jugadas como la del gol, equiparable a la cabaña de paja que el lobo soplaba sin dificultad alguna en la fábula de “Los 3 cerditos”, visto y no visto. Nos sigue faltando la tensión y la capacidad de reacción desenvuelta de otros momentos de la temporada.
Por otra parte, la razón de ser del nuevo sistema: dar libertad a los laterales para funcionar como carrileros, no ganó enteros hasta pasados quince minutos y ya con el marcador en contra. Hasta ese momento tanto Hugo como Lago apenas habían tenido tiempo u ocasión de abrir el campo. 

Tras el gol encajado pasamos unos minutos de alicaído vaivén sobre el césped. Sin embargo, a diferencia del pasado sábado, la reacción no se hizo esperar.

En un partido en el que el centro del campo estaba teniendo menos relevancia que el paso por Box en las carreras de MotoGP un día soleado, los llamados a destacar eran los hombres situados por delante de la línea Bustos-Garai con un Michu deshecho en subidas y bajadas para recuperar y guiar el balón. 

La dupla canterana Iago-Dani, además de ser debilidad de una servidora, es frescura para un plantel tan “dependido” ofensivamente de ese otro dúo David-De Lucas. La profundidad de banda que emanan las acometidas de Abalo son un regalo para tener llegada pero quizá habría sido más rentable en otro tipo de encuentro. Uno en el que no se espere de Hugo Mallo el rol de “comerse” el carril diestro del Celta.
Aunque hablando de comer menuda entrada se zampó el árbitro sobre Dani. En otros campos y con otros jugadores no dudo que ese “lance” se habría saldado de otra manera. En fin, a tragar que es lo que toca siendo quiénes somos y viniendo de dónde venimos.

Pero bueno, volviendo al partido, para jugar con carrileros debo confesar que soy más partidaria de situar arriba a hombres como Joan Tomás (de quien esperaba bastante más por cierto), ya que es más ducho en el juego interior. Dejando así la banda a servicio y disposición de Hugo Mallo, quien sigue despertando el “babeo” de la aquí presente con cada internada en ataque. Y lo mismo se puede decir de Roberto Lago y esa potencia física que desborda a todo y a todos en cuanto se hace con el balón y mete primera en busca de territorio enemigo.

Si sacáramos mayor provecho de esa virtud que tiene el jugador de O Calvario nos evitaríamos más de un dolor de cabeza a la hora de conducir el balón en ataque. Y es que no frena ni en el paso por curva, obligando al rival a pararlo a base de faltas, como ayer ejemplificó el Salamanca.
A título personal reconozco que echaba de menos esa sensación de peligro en ataque por parte del Celta. 

En lo tocante a Iago “notengoniideadeloqueesmarcargolescantadosysóloendosogolazoscomopanes” es nervio puro hecho futbolista y ayer lo volvió a demostrar. Nervio con el balón, nervio con el árbitro… Durante los primeros 45 minutos no me gustó especialmente el modo en el que se le estaba buscando. Sus aportaciones, en jugada, de la segunda parte me gustaron mucho más. Así como en el primer tiempo eché en falta mayor entendimiento entre él y sus asistentes, tras el descanso me pareció mucho más enriquecedor el juego atacante que se desprendía o giraba en torno a él. Fuimos más “creadores”, más “dañinos”. Si el gol de la igualada no llegó antes ni se incrementó después no fue porque el Celta no encontrase portería. 

Con las llegadas en ataque de los carrileros y la presencia en el área de hombres como Michu o Iago, el equipo tuvo ocasiones varias para llevarse los tres puntos del campo salmantino. Y si finalmente no fue así no se debió a deméritos celestes. 

Un hombre que merece una mención aparte, en mi opinión, es Andrés Túñez, bienvenido y bienhallado sobre el césped. ¿Habrá visto Paco en su partido un boleto directo a próximas titularidades? Lo ignoro. Aunque a título personal yo diría que merecer, se la merece. Savia añeja y experimentada para una zona del campo que no estaba siendo lo que era en otras épocas de la temporada, sin desmerecer a nadie, por supuesto. 

En lo referente al gol que significó la igualada y nos premió con el punto final únicamente añadiré que sólo podía llevar la rúbrica de un moañés que parece atesorar una capacidad goleadora dotada con la gracia de la hermosura futbolística. Empiezo a cuestionarme si en el futuro Iago Aspas será capaz de sorprenderme con algún tanto “de churro”. De todos modos, sean como sean sus roscos, que siga horneándolos con frecuencia para bienestar del Celta y goce y disfrute de la afición. 

Cada día el play-off está más cerca de ser asegurado. 

Ahora a sentenciar el domingo ante un presumible carne de Primera, el Rayo Vallecano visita Balaídos.

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!

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