Quinocho, Vicente, Gudelj, Atilano, Mostovoi… vigilantes que no pierden detalle desde las alturas
de Tribuna como Dioses en su Monte Olimpo, esperan el momento en que el tráfico
del asfalto se transforme en una horda de camisetas celestes y cruces de
Santiago en el pecho. El momento en que el corazón más grande de Vigo lata
oficialmente después de 2 meses y medio.
Dentro está ya todo casi listo. Con las prisas del momento
quizá. Con los nervios y la ilusión desbordante de los que, desde dentro,
trabajan para el club con el mismo sentir que el aficionado de a pie que ocupará
a partir de las 19.00 horas sus respectivos asientos en las diferentes gradas
del templo.
Horas antes y en diferentes puntos de la geografía gallega miles
de estómagos son agitados por las alas de un centenar de mariposas que
vaticinan la llegada del ansiado estreno en la máxima categoría del fútbol
español.
Miles de tradiciones se van cumpliendo: saliendo de casa con
determinado pie, anudando la bufanda de determinada manera, haciendo parada en éste
o aquél bar/cafetería porque eso “nos da suerte”…
Ritos, costumbres, tradiciones, manías… CELTISMO.
Una a una, las horas caerán del reloj y se irán amontonando
en forma de fervor, pasión, magia y sentir en el mismo punto de cada habitante
de ese estadio. En ese centímetro de piel que separa el órgano más importante
del ser humano del sagrado escudo tejido en material “made in China” que
simboliza la representación máxima de un sentimiento único.
Las voces, el ruido de vasos, de cánticos, de aplausos… el
ambiente de una previa, en resumidas cuentas, volverá a atronar en los
alrededores de la casa del fútbol. Con las sonrisas dibujadas en los rostros y
el brillo mágico en las miradas. Con la complicidad añeja de los que se saben
veteranos en semejantes lides, los que se saben tesoreros de recuerdos de años
no tan buenos, los que cierran los ojos y respiran profundamente con un único
pensamiento: “valió la pena cada piedra en el camino para llegar hasta aquí”.
Orgullosos del viaje recorrido se alegran de encontrar caras nuevas. Quizá en
sus rostros no existan las arrugas ni las cicatrices de batalla de los que ya
llevan metralla en las venas y mucha paciencia a la espalda, pero eso, como
todo, lo ganarán con el tiempo. Savia nueva para anciano árbol. Bien recibida
seas y muchos años dures.
Apuradas las horas de la previa llegará el momento de hacer
caravana humana hacia las respectivas puertas, entradas a la gloria. Visto desde
abajo ese ir y venir buscando la puerta 12 o encontrando la 3 puede parecer
caótico. Desde arriba, nuestros Dioses Olímpicos observan desde su lona de Tribuna las
estelas celestes que quedan detrás de cada aficionado apresurado, como el polvo
levantado por una moto.
Una vez encontrado el compañero fiel, tu sitio, que siempre
estará ahí para sostenerte en los momentos menos buenos y para que saltes sobre
él en los mejores haciendo vibrar la respectiva grada; llega el instante de
respirar profundamente y alzando la bufanda al cielo dejar que el corazón
acompase su ritmo al de esas primeras notas que claman: “Hala Celta, a demostrar, por tu historia y tradición…”.
Señoras, señores… Primera ha llegado.
Todo lo demás, es fútbol.
Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!
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