Detén por la calle a cualquier celtista que ayer estuviese
en Balaídos o siguiese el partido por la tele y suéltale un: “El Celta empieza
perdiendo”. Estoy segura de que ninguno de ellos sabrá de qué estás hablando,
ni estará de acuerdo contigo. Aunque en lo básico tengas razón.
Perder es perder. Pero perder puede tener tantos matices y
tantos ingredientes picantes, salados, dulces y sabrosos que más que hablar del
resultado acabas alabando cada uno de los manjares que te llevaron a esa
derrota.
Es hablar positivamente de un encuentro que terminó con resultado
adverso. Es quedarte sin voz al describir lo bien que estuvieron los “pequeños”,
de portería a portería.
Es tener la convicción de que jugando así lo mejorable se
mejorará en suspiros trabajados y lo que ayer no quiso entrar, por capricho de
unos palos que cuando se ponen tontitos no hay quien les gane, (sino que se lo
pregunten a Trashorras y tantos otros que pasaron por Balaídos) en el
futuro entrará. ¡Qué larga es la Liga y qué emocionante que lo sea!
Sea como fuere, el Celta empezó esta Liga ganando. Quizá no los
tres puntos, ni siquiera uno. Pero empezó ganando.
Ganamos y crecemos como equipo cuando demostramos que
queremos tener el balón, aunque cueste subirlo al toque, queremos que esa
pelota esté domada por botas de lazada celeste.
Ganamos jugando al contragolpe, con la inteligente pillería
a la hora de desmarcarse, del señor Enrique De Lucas.
Ganamos clase y poderío en un centro del campo para el que
el tiempo y los partidos serán como las espinacas para Popeye, el mejor aliado.
Ganamos cuando la respuesta al resultado adverso tras el pitido
final del árbitro es un Balaídos en pie que no tiene más pensamiento en el
corazón que rasgar la noche de Vigo con sus gritos de “Celta, Celta…” Ahí no
canta la garganta, canta el alma entera henchida de orgullo e insuflada de
emoción.
La sincronía perfecta en un equipo de fútbol se produce
cuando en un espejo el reflejo de los jugadores cuadra a la perfección con el
reflejo que la afición deja al otro lado del mismo. Ser lo mismo. Ser iguales.
Ser uno. Seámoslo así de juntos y seámoslo siempre.
Aunque a alguno le cueste creerlo será tener siempre media batalla ganada.
Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!
Aunque a alguno le cueste creerlo será tener siempre media batalla ganada.
Si los palos que nos van a caer esta temporada son los
mismos que ayer se encapricharon para que el balón no entrase, entonces
carallo, que mágica temporada nos espera.
Pd: Y que les fichen un psicólogo a las porterías, porque
algún trauma deben de tener. Quizá el enfado de saber que el día de la fiesta
del ascenso, durante 90 minutos, ningún equipo sobre el césped se quiso acercar
a ellas y hacerlas protagonistas del momento... Caprichosas.
Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!
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