domingo, 19 de agosto de 2012

J.01 || CEL 0-1 MAL || Historia de una victoriosa derrota


Detén por la calle a cualquier celtista que ayer estuviese en Balaídos o siguiese el partido por la tele y suéltale un: “El Celta empieza perdiendo”. Estoy segura de que ninguno de ellos sabrá de qué estás hablando, ni estará de acuerdo contigo. Aunque en lo básico tengas razón.

Perder es perder. Pero perder puede tener tantos matices y tantos ingredientes picantes, salados, dulces y sabrosos que más que hablar del resultado acabas alabando cada uno de los manjares que te llevaron a esa derrota.

Es hablar positivamente de un encuentro que terminó con resultado adverso. Es quedarte sin voz al describir lo bien que estuvieron los “pequeños”, de portería a portería.

Es tener la convicción de que jugando así lo mejorable se mejorará en suspiros trabajados y lo que ayer no quiso entrar, por capricho de unos palos que cuando se ponen tontitos no hay quien les gane, (sino que se lo pregunten a Trashorras y tantos otros que pasaron por Balaídos) en el futuro entrará. ¡Qué larga es la Liga y qué emocionante que lo sea!

Sea como fuere, el Celta empezó esta Liga ganando. Quizá no los tres puntos, ni siquiera uno. Pero empezó ganando.

Ganamos y crecemos como equipo cuando demostramos que queremos tener el balón, aunque cueste subirlo al toque, queremos que esa pelota esté domada por botas de lazada celeste.
Ganamos jugando al contragolpe, con la inteligente pillería a la hora de desmarcarse, del señor Enrique De Lucas.

Ganamos clase y poderío en un centro del campo para el que el tiempo y los partidos serán como las espinacas para Popeye, el mejor aliado.

Ganamos cuando la respuesta al resultado adverso tras el pitido final del árbitro es un Balaídos en pie que no tiene más pensamiento en el corazón que rasgar la noche de Vigo con sus gritos de “Celta, Celta…” Ahí no canta la garganta, canta el alma entera henchida de orgullo e insuflada de emoción.

La sincronía perfecta en un equipo de fútbol se produce cuando en un espejo el reflejo de los jugadores cuadra a la perfección con el reflejo que la afición deja al otro lado del mismo. Ser lo mismo. Ser iguales. Ser uno. Seámoslo así de juntos y seámoslo siempre.
Aunque a alguno le cueste creerlo será tener siempre media batalla ganada.

Si los palos que nos van a caer esta temporada son los mismos que ayer se encapricharon para que el balón no entrase, entonces carallo, que mágica temporada nos espera.

Pd: Y que les fichen un psicólogo a las porterías, porque algún trauma deben de tener. Quizá el enfado de saber que el día de la fiesta del ascenso, durante 90 minutos, ningún equipo sobre el césped se quiso acercar a ellas y hacerlas protagonistas del momento... Caprichosas.


Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!
 

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