viernes, 1 de abril de 2011

Tirando de Blogteca: "BO, un celtista hecho jugador"

Probablemente estoy empezando la casa por el tejado. Probablemente lo apropiado sería que la primera entrada, propiamente dicha, de este blog estuviese dedicada a la actualidad que impregna a nuestro equipo. Sin embargo, el cuerpo me pide empezarlo teniendo un detalle con alguien que está viviendo un año especial.

Hace cuatro años la vida me dio el regalo de poder compartir unas horas de su compañía. Hace cuatro años él me alucinó como persona todo lo que ya me había alucinado como futbolista. En aquel momento tenía un blog (el único hasta el día de hoy), que no tardó en caer en desidia y abandono en cuestión de días, pero antes de evaporarse en la red había publicado en él una entrada acerca de la impresión que me había deparado aquella tarde de verano.

Concretamente el 29 de junio de 2007 escribí lo siguiente:

"Borja Oubiña, un celtista hecho jugador"

 
Es difícil hablar con objetividad de una persona a la que admiras y apenas conoces. En tales circunstancias suples tu desconocimiento con palabras de admiración y adulación. Destacando sus cualidades y todos esos pequeños detalles que te hacen ver en él al estandarte de tu equipo.

Cabe la posibilidad de que un día te lo encuentres y el resultado de un intercambio de palabras te lleve a pensar que se te cae un mito. Que no es lo que tú imaginabas, que no es el héroe contemporáneo que tenías en mente cuando le veías vestir los colores que con tanta pasión defiendes desde la grada. Siempre cabe la posibilidad de que cuando esa persona tan lejana esté a tu lado te decepcione.

Con Borja Oubiña esa posibilidad se convierte en la conjetura más inviable.
Es inevitable que mientras las palabras fluyen de él se te vaya abriendo progresivamente la boca a medida que su elocuacidad invade la conversación. La sensatez y la franqueza de cada palabra te llevan a ver las cosas desde otro punto de vista, descubriendo detalles a los que antes no dabas importancia. Y acabas siendo consciente de lo que realmente es un jugador de club.

Escuchar hablar a Borja es como escuchar a un celtista de toda la vida y a la vez al profesional más experimentado. Su interés por conocer todo lo que gira a su alrededor, no sólo lo futbolístico, lo llevó a convertirse en un jugador de lo más insólito.

Fuera del campo habla, de tú a tú, de temas por los que la mayoría de jugadores no muestran interés. Se muestra abiertamente sincero, espontáneo. No existe ese halo de ego a su alrededor que sí parece girar entorno a otros de sus compañeros de profesión. La espontaneidad de sus palabras, la expresión de su cara y la exteriorización de sus gestos dejan ver a un chico humilde, con la cabeza muy bien amueblada. Siempre abierto a hablar de un tema que le apasiona: el fútbol. Y se nota, no sólo cuando juega sino también cuando habla. Se interesa por el fútbol en toda su extensión y ello se visualiza a través de la pasión que desbordan sus palabras.

Nunca creí que pudiese existir realmente un jugador con sus características y su forma de pensar fuera del campo. Y resulta que no sólo existe sino que además está en Vigo.

Un jugador que muestra abiertamente su preocupación por temas como la potenciación de la cantera o mejoras estructurales es algo que no debe predominar en esto del fútbol. Oírle hablar tan en serio de temas como éstos y ver en sus ojos que lo dice sinceramente hace que aumente el pesar por perderle esta temporada.
Si existe el concepto de “jugador de club” podemos afirmar irrefutablemente que Borja Oubiña lo es.

Cuando el jugador se hace persona, cuando se quita los pantalones cortos y las botas y se viste de calle, cuando lo personal predomina por encima de lo profesional eres realmente consciente de la grandeza de alguien.
Hace tres días si me hubiesen pedido que definiera a Borja Oubiña con una sola palabra diría Crack, porque por entonces se me antojaba el término más grande para abarcar todas sus virtudes. Hoy se me antoja una palabra insignificante en comparación con la persona de la que hablo.

El hombre que se esconde detrás del dorsal número 4 es más grande, si cabe, que el propio futbolista.
La pretensión de cualquier aficionado hacia sus jugadores es que estos respeten al club que les paga y respeten los colores que lucen.
Borja Oubiña es el celtista hecho jugador. No es un futbolista que jugando en el Celta se hizo celtista. Es un celtista que jugando en el Celta se hizo futbolista, jugando en el equipo de su vida. No en un Madrid, ni en un Barça, sino en un Celta. Su equipo.

Las mentes cuadriculadas dirán que éste es el momento de demostrar su celtismo. Y a ellos les dedico mi más rotundo No. El momento de demostrar celtismo son los 9 meses de partidos semanales de los que consta la competición. Demostrar celtismo no es salir en rueda de prensa y hablar maravillas de todo y de todos. Ser celtista es salir a comerse el campo para evitar un descenso, respetando en lo máximo a una afición y a un club. Y eso, precisamente eso, es lo que hizo Borja Oubiña. Dentro y fuera del campo.

Pero hablar de esa faceta es sólo hablar de la mitad de un todo. Cualquiera que haya pisado Balaídos este año, cualquiera que haya seguido al Celta todos estos meses y además tenga dos dedos de frente podrá asegurar, como yo lo hago, que Borja Oubiña puso todo el empeño humano por hacer que el mástil de nuestro barco no se viniera abajo. Pero un hombre no deja de ser un hombre y en el campo tiene que haber otros diez que compartan su predisposición para que la ardua tarea salga adelante.

Sin embargo, el fin de toda esta palabrería era dejar constancia de la persona que se esconde detrás del jugador. La parte no pública, la parte desconocida. Esa parte que puede hacer que se te caiga un mito o que te caigas literalmente de culo ante lo excepcional que puede llegar a ser alguien.

Hoy yo garantizo que con Borja uno se cae de culo. Y repetidas veces.



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Si decido dar el primer pasito en el blog recordando lo que un día escribí ya no es solo porque opine que Borja se lo merece sino porque además pienso que hay pocas maneras mejores de estrenarse, tal y cómo él demostró en el partido contra el Villarreal B. Y también porque una de las primeras "idas de olla" que he empezado a esbozar va sobre su regreso al Real Club Celta que le vio nacer.

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!

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