jueves, 26 de abril de 2012

Mi arrítmica capacidad


Soy arrítmica.
Llegué a esa conclusión esta mañana.
Soy tremendamente arrítmica.

Suena estúpido y hasta incomprensible si no se añade nada más. Podría no hacerlo y dejar que predomine la incógnita: esa palabra y lo que cada uno quiera entender por ella. O lo que cada uno quiera imaginar a partir de ella. Hasta podría parecer más interesante de lo que en realidad es.
Pero a todas, todas, soy arrítmica. Felizmente arrítmica, añado.

No sé dejarme llevar por la corriente. No sé o no quiero. Quizá la terquedad personal tenga algo que decir al respecto. Pero al final es que no sé hacerlo. Porque no puedo o porque no quiero, pero no sé.

Tenía 6 años cuando me apuntaron a clases de natación. Y tenía 6 años y varios días más cuando me desapuntaron. Me habían hecho ir porque iba toda mi clase del colegio. Porque era lo que correspondía a mi edad. Tocaba.

Tenía 9 años cuando hice la primera comunión. Porque también tocaba. Es así, la haces porque te toca. Porque así está establecido y punto. 

Tenía 11 años cuando el segundo amor de mi vida me entró por los ojos, corrió por mis venas e impactó de lleno en mi corazón. En ese momento, aunque sólo fuese de forma sentimental la gasolina se mezcló con mi sangre celeste y provocó un ronroneo metálico en mi pecho. Un motor de dos tiempos acompasado por el silbido de un balón sesgando el viento se unió para siempre al latido de mi órgano cardíaco.
Era el año 1999 y ese segundo amor era la competición de MotoGP. Dos españoles se habían alzado con la corona de campeones: Emilio Alzamora en 125cc. y Álex Crivillé en 500cc. Es cierto que mucha gente se animó a seguir “las motos” a partir de entonces motivados por las victorias españolas. Pero no, yo tenía que volver a ser arrítmica. Si dos pilotos de la península ganaban los títulos de dos cilindradas a mí el que me enamoraba de ese deporte era el de la tercera, la de 250cc., aquél menudo italiano con sonrisa de niño y alma de héroe: Valentino Rossi. 

Tenía muchos menos cuando elegí al primer y gran amor. O quizá él me eligió a mí. Como a tantos otros que están ahí de sábado a sábado, de domingo a domingo pensando y viviendo por y para el siguiente partido. Con devoción, pasión y tantas otras palabras terminadas en –ón. 
Más arrítmicos. Como yo. 

Pero por triste que suene cada vez es más difícil. Sobre todo si ese amor no lo heredas. Precisamente es el ritmo el que lo complica todo. El ritmo de una sociedad empecinada en alimentarse de dos platos cuando a lo largo y ancho de la Península Ibérica hay tantos otros diferentes por los que paladear y saborear, y probablemente más cerca de tu mesa que la crema catalana o el cocido madrileño. Qué vale, quizá puedan gustarte. Pero que alguien mecido desde la cuna por las mareas de la Ría de Vigo los prefiera a un buen plato de marisco… pues como que no. No me caso con este ritmo establecido. De nuevo digo no y dejo que mi arrítmica capacidad tome el mando.

Dejo que me nuble la vista y haga incomprensible a mi entendimiento el llanto plañidero que llueve ahora mismo porque dos equipos perdieron el pase a una final tan inexistente a día de hoy como dada por sentado hace tres días. ¿Cómo se puede perder una final incluso antes de ser tú el destinado a jugarla? ¿Cómo se llora a un equipo que nunca disfrutaste en persona, está a cientos y cientos de km. de distancia y no hay nada PERSONAL que te una a él?  

No lo entiendo. No entiendo este ritmo que envuelve el mundo del fútbol.
Pero no duele, la ignorancia no reconocida por el ignorante no puede ser llorada por ojo ajeno. Seguiré con mi arrítmica preferencia de amarte a ti, Celta de Vigo. 

Mi más sincero pésame a tantas almas que en la vida sabrán lo que significa una celebración sin retórica anual. Sin que un campeonato no signifique nada si no hay otra dupla que lo convierta en triplete. Sin que la palabra “fracaso” se utilice tan a la ligera. Sin convertir el “drama” en el gigoló de un par de derrotas anuales. 

Me quedo con la comodidad de lo hogareño y sencillo, puede que el ritmo de nuestro tic-tac sea más tosco, carente del lustre otorgado por esa boyante cuenta corriente llamada presupuesto.
Pero es igual de cierto que nuestra bomba sentimental al alcanzar un objetivo nada tendrá que ver con esas otras de mecha tan corta. 

Las glorias, como los buenos placeres, son más auténticas cuando el tiempo te da el margen de vivirlas sin prisas. Sin el instantáneo miedo a que el año que viene el acérrimo rival te lo quite. Peleas de gallos en las que vale más revalidar que saborear el ahora.

Nuestra gloria, esa bomba sentimental que se llevará por delante todos estos años de división de plata: amarguras, sufrimientos, taquicardias, sonrisas, lágrimas, diversión, orgullo… está cosida con una mecha de 5 años de longitud, de memoria, de vivencias, de buenos y malos momentos. De realidad. 

El chispazo destinado a detonar el explosivo se acerca paso a paso a su destino. Quemándolo todo metro a metro para volar por los aires la dinamita y recrear en un segundo todo lo que un ser humano es capaz de sentir desde un 17 de junio de 2007 a un 3 de junio de 2012, lo que es capaz de sentir en 1813 días. Entonces miradnos. Mirad la victoria reflejada en cada lágrima, saboreada en cada grito de júbilo, entonada en cada latido de un modesto corazón que se encabrita por algo tan “corriente” como dejar Segunda atrás.  

Ese día que Plaza América reviente mientras miles de celtistas implosionan de felicidad, miradnos. No hay millones de billetero que fichen esa sensación. Y probablemente no pasará de ser una rápida mención en la prensa de tirada nacional. 

Por todo esto perdonad que a mi lagrimal no le apetezca bailar al ritmo de la llantina que hoy se pide a gritos por esa final que enfrentará a un inglés y un alemán. Disculpad que mi capacidad emocional sea tan subdesarrollada para con vosotros. Hoy tengo otro día arrítmico. 


Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!

6 comentarios:

  1. ami tambien me encanta ser arritmico y el marisco de la ria ajjaja, de los que hablas ami lo que me dan es pena, por que por muchas ligas o champions que gane "su equipo", nunca disfrutaran ni viviran lo que nosotros sentimos por el celtinha

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro que sí...
      Muchas gracias por leerlo y comentar. Hala Celta!!

      Eliminar
  2. Eres una crack! Acabo de leerme tu "tochaco" y me lo volveria a leer un par de veces mas! Yo, celtinha madrileño, no me deje llevar por la corriente familiar y seguir con la tradicion de ser del R.Madrid. El Celta llamo a mi puerta y yo se la abri. Estoy apuntado en una peña de madrid donde nos juntamos celtinhas para disfrutar de nuestro equipo.

    HALA CELTA !

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus palabras. Me siento muy orgullosa de ser celtista al leer cosas así. Supongo que la peña es Morriña Celeste ¿no? Sois muy grandes. Gracias de nuevo y HALA CELTA!!

      Eliminar
    2. Efectivamente karpinha! jaja por cierto soy linkingamepark en youtube... ;) me he aficionado a tus videos jajaja

      Eliminar
    3. Muchas gracias, sólo puedo tener más y más palabras de agradecimiento por cómo recibís cada vídeo ;D

      Eliminar