sábado, 2 de julio de 2011

¿Quién es Karpinha?

Hace unos días se abrió en Delcelta.com un hilo para comentar por qué cada uno es del Celta. En aquel momento empecé a escribir esto y hoy lo terminé. No son los motivos de por qué soy del Celta sino que son algunos de los recuerdos que guardo y algunos de los muchos pasos que fui dando hasta que Karpinha se convirtió en la "energúmena" que soy y conocéis hoy en día...

A diferencia de muchos aficionados no puedo presumir de tradición familiar en lo tocante al celtismo. Mi familia no me heredó el sentimiento en los genes ni me lo inculcó desde la cuna.

Soy del Celta porque decidí serlo cuando tenía 6 o 7 años. Nunca le di mayor relevancia a esa elección hasta que un día, hace muchos, muchos años, mi padre me hizo sentirme tremendamente orgullosa de ella cuando un vecino le preguntó cómo le había salido la niña tan celtista y él le contestó que sencillamente lo había escogido yo. Con ese “sencillamente lo escogió ella” mi padre abrió una puerta que no había visto hasta entonces. Hasta aquel momento no fui consciente de que había sido una elección propia. Así que asumí que viniese lo que viniese, alegrías o penas, yo misma me lo habría buscado, para bien o para mal. Y tras tantos años y múltiples vivencias de toda índole doy fe de que no ha habido ni un solo "para mal". Incluso en los malos momentos el Celta encuentra la forma de recompensarme.

Pero la historia desde el principio…
¿Mi pasión futbolera? Nació conmigo y despertó en el colegio, como suele suceder a tantos y tantos niños para los que el recreo es la mejor excusa para correr detrás de un balón. Desde parvulitos hasta 6º de Primaria y pasando por toda la época del instituto, desde el primer día en que mi madre me dejó volar en solitario por las tardes hasta los 16-17 años la rutina de las pachangas se impuso en la agenda diaria.
El destino, el colegio Paraixal.

Ya fueran partidos a siguientes, un campo a campo o los típicos mundialitos de canear y meter gol… todo valía mientras el balón rodase. Eso sí, en los mundialitos solían llegar los problemas. Y es que la mutua selección nacional de Karpin y Mostovoi a veces me obligaba a sacar las uñas para salirme con la mía. Y si algún “espabilao” me birlaba Rusia para pedirse a Mostovoi, ni corta ni perezosa tiraba de la invención de la selección estonia para pedirme a mi rubio por antonomasia. Y es que hay cosas a las que no se puede renunciar y siendo niños menos aún. 

Una tradición de aquellas tardes era "robar" cada viernes del contenedor del papel los periódicos de toda la semana para hacerme con todas las noticias. ¿Para qué? Ni idea. Pero todos me ayudaban y siempre llegaba a casa con un buen manojo de páginas del Faro de Vigo. Muchas de aquellas noticias y fotos aún siguen dentro de una carpeta perdida en algún cajón de casa.

Así fue como el fútbol ocupó un lugar destacado en mi vida. Pero ser del Celta me hizo sufrir ya desde los comienzos. No fue un sufrimiento deportivo sino personal. Y es que no hay nada peor, para mí, que tener que vivir los partidos exclusivamente por la radio.

En mi casa nunca se practicó el castigo de mandarme a la cama sin cenar pero cada vez que jugaba el Celta y perdía… Aquella noche, después del lloriqueo infantil de rigor, me escondía debajo de las mantas y me olvidaba del mundo sin cena ni gaitas.
Mi padre llegó al punto de amenazarme con no dejarme escuchar los partidos si seguía poniéndome así después de cada derrota. Y es que a mí me daba igual Madrid que Mallorca, Barça que Espanyol. Perder con cualquiera era horrible. ¿Y los derbis? Insufrible.

En este punto siempre encontré el consuelo de mi abuela quien siente una rivalidad acentuadísima con los del norte y siempre me cuenta una de esas batallitas de abuel@s según la cuál hace muchos años, cuando ella tenía mi edad (es curioso porque independientemente de los años que pasen y aunque mi edad vaya subiendo enteros, ella siempre me dice “cuando yo tenía tu edad”) habían venido muchos aficionados del Dépor a Balaídos y antes del partido habían estado insultando a diestro y siniestro y mi abuela y sus amigas habían corrido a varios a escobazos. No me imagino el “Mi Abuela vs Deportivistas”. Pero a ella dando escobazos sí, sin ninguna duda.

Volviendo al tema de seguir los partidos por la radio, afortunadamente se mitigó bastante a raíz del año 2001 en el que tras innumerables rabietas, lloros, pataletas, promesas de ser buena y caritas de ángel, POR FIN mis padres me dejaron ser abonada a los 12 años, dejándome bajo el cuidado y responsabilidad de mi tío pequeño que era abonado desde hacía un par de temporadas.

Sin embargo, la primera vez que fui a Balaídos fue a raíz de una de esas entradas que suelen regalar a los colegios. Era para Preferencia e, ignorante de mí, creía que eso significaba que podía elegir la grada que “prefiriese”. Convencida de ello abordé a mi tío (sin hablar previamente con mis padres) y le dije que podía ir con él al partido porque como podía elegir grada pues podía acompañarle a Marcador. Lógicamente le hizo gracia y me explicó que no era así, pero de todas formas se ofreció a llevarme tras comprar la correspondiente entrada.
Y así entré por primera vez en Balaídos un 2 de mayo de 1999, en la J. 32 contra el Salamanca (Precio 2500 pesetas).
Para mucha gente que respiró ese estadio desde la cuna quizá la experiencia sea diferente ya que es algo que forma parte de sus vidas desde siempre. Joder, para mí fue lo más grande que me había pasado hasta aquel momento. Era Balaídos. Y yo estaba allí. Yo, que tenía la impresión de que aquella era una oportunidad única e irrepetible. Que aquello sólo lo podían disfrutar los privilegiados.
Recuerdo la cuenta atrás entonada por la grada buscando coincidir con la salida de los jugadores al terreno de juego. Recuerdo el sol de frente, recuerdo a un rubio galopando por la banda derecha y a mí misma pensando que era IMPOSIBLE verle más cerca (con todo lo que dista el césped de Marcador). Y recuerdo la victoria, mi primera victoria en Balaídos con gol de Revivo.

Supongo que después de aquello aún me puse más pesada con mis padres y tras otra invitación en diciembre del 2000 para un Celta-Mallorca, en enero ya era abonada en funciones del equipo de mi vida.
Creo que nunca presumí tanto de algo como de aquel carnet. 

Bueno, quizá de algo sí. Pero es que bien lo merecía: mi primera camiseta.
Con el 8 a la espalda y el nombre del internacional ruso grabado a fuego. A día de hoy el rojo del escudo del Celta es casi rosa y la mitad de la serigrafía está borrada (aunque no se note mucho en la foto, el nombre está muy descascarillado). No creo que haya existido jamás una prenda tan usada como aquella camiseta de Karpin. Era lavar y volver a poner, lavar y volver a poner.

Un año o dos después llegó la mochila que me acompañó en los últimos años de colegio y durante todo el instituto. Daba pena verla pero me resistí a tirarla y todavía la conservo. Es más, con ella viví un gran despiste.
Estaría en 2º de la ESO cuando hicimos el típico viaje de clase a A Coruña para visitar el Domus y el planetario. Unos días antes nos recalcaron por activa y por pasiva que no llevásemos nada del Celta para evitar problemas y obediente de mí hasta dejé el reloj en casa porque llevaba la correa del Celta. Pero no me di cuenta de la mochila. Para mí era pura rutina salir y cogerla para ir a clase.

Pues llegamos al Domus y una de las profesoras que venía con nosotros, muy mayor ella, se echa las manos a la cabeza y me dice cómo se me ocurre llevar esa mochila: "¡¡qué me podían pegar, qué nos podían pegar a todos!!". Le faltó poco para reunirnos y meternos de vuelta en el autobús por la dichosa mochila. Pero como era invierno y llevaba la cazadora, otra profesora dijo que no pasaba nada. Me hicieron poner la cazadora por encima de la mochila y en plan Quasimodo recorrí el Domus y el planetario. No fue a propósito pero sí que me sentí un puntillo rebelde y en plan ¡qué chula yo!  

¿Uno de los recuerdos más tristes? La salida de Karpin. Quizá fue el primer recuerdo verdaderamente triste que tengo. Porque de la final del 94 me acuerdo de oídas. No tengo un recuerdo personal de ella. Pero sí lo tengo de la marcha de mi Valerio.
Creo que lo mal que llevo la época de fichajes (tanto de verano como de invierno) tuvo sus comienzos en tiempos de Karpin. Cada rumor era otra llorera. Y eso que la mitad de las veces no tenía base sólida. Hasta que la tuvo.

¿Una de las personas que más detestaré en la vida? Horacio Gómez. Karpin no dejó el Celta por pretensiones económicas. Karpin quería terminar su carrera en Vigo, era un jugador comprometido, luchador, talentoso y guerrillero como pocos. Buscaba su último contrato de dos años y Horacio sólo le ofrecía uno. Todos recordamos lo que sucedió después, un adiós por la puerta de atrás y nueva parada en la Real Sociedad para jugar no sólo dos, sino tres temporadas más.
¿Mi último recuerdo de Karpin vistiendo la camiseta del Celta? El último partido de Liga en casa y Celtarras cantando: “Que salga Karpin o lo vamos a buscar”. En la vida habrá otro Valeri Karpin. En la vida.

Durante nuestro último periplo europeo me lo encontré dos veces en Balaídos siguiendo al Celta. Por muchos años que pasen, cuando se trata de Karpin me sigo poniendo igual de nerviosa que cuando era una niña pequeña.

Otra de las grandes penas fue la final de Copa del año 2001, lloré antes y después del partido. Antes porque no me dejaron ir. Después… por lo obvio.
Mi recuerdo: Karpin llorando sobre el césped con las medias bajadas y consolando a Mostovoi.

En el año 2003 murió mi madre y el regalo que me hizo en la última Navidad que pasamos juntas fue una increíble manta del Celta, de esas gorditas y suaves. Por el hecho de ser su último regalo y ser del Celta es la manta sin la que no puedo dormir en mi casa. Ya sea invierno o verano duerme conmigo. Aunque haga un calor de narices y sólo la utilice para cubrirme los pies. Indispensable.

Mientras ella estuvo enferma e incluso después sólo existió un lugar en la Tierra en el que me podía evadir de verdad de todos los problemas: Balaídos. Sé que no es el mejor estadio del mundo, ni el más cómodo o bonito. Pero para mí es algo por encima de todas esas cosas, es mi lugar seguro.

El año de la Champions lo recuerdo con agridulce nostalgia. Era feliz por estar viviendo esas grandes citas entre semana pero me deprimía cada fin de semana por la situación deportiva que estábamos “luciendo” en los distintos campos de Primera División.
¿El partido más especial de aquel año? El encuentro contra el Celtic de Glasgow. Un Balaídos ducho en asistencia y cánticos. Un campo poblado por dos aficiones que se regalaron “cariñitos” mutuos antes, durante y después del partido.

La temporada 2004-2005 la recuerdo como una en las que el celtismo se me puso más a flor de piel. Quizá fue la temporada en sí, quizá el hecho de tener que labrarnos el ascenso en dos tandas tras el caso Toni Moral, quizá el que todos en el instituto me dijeran que nos costaría años volver a Primera, quizá el vivir la deforestación de las gradas de Balaídos… no sé qué determinó que sintiese esa necesidad de dar más de mí pero aquel año sentí que el Celta nos necesitaba mucho más que en años precedentes y todo lo viví multiplicado por mil.

Incluso recuerdo que al día siguiente de la fiesta en Praza de América tenía un examen final de Filosofía y ninguna de mis amigas quería acompañarme a celebrar el ascenso porque el profesor era el más cabrón que había en el instituto, turko hasta la médula y más chulo que nadie. Le gustaba mucho lo de vacilar al personal y cuando eres de las pocas personas que lleva la camiseta del Celta semana sí, semana también era fácil ser el objetivo de sus payasadas.
La historia es que tenía tantas ganas de ir a celebrar aquel ascenso que cuando mi padre llegó de trabajar y me vio tan enfurruñada y tristona lo primero que hizo fue meterme en un taxi e ir conmigo a Praza de América para que me desfogara a gusto.
“Life is life” es para mí la banda sonora oficial de aquel ascenso. Sin duda la canción que más sonó en aquella fiesta del celtismo.

Cuando volví a casa tenía las pilas tan cargadas que me estudié lo que me restaba del tirón y Sobresaliente al canto. Pese a que detestaba la asignatura y al profesor, quien me soltó irónicamente una de las suyas dejando caer que era una lástima que la fiesta del ascenso hubiese sido justo un día antes del examen.

Del año en Segunda recuerdo con especial cariño al Rácing de Ferrol y al Eibar de David Silva y Joseba Llorente.
A Malata fue mi primer desplazamiento con el Celta, después llegarían los dos a Riazor con victoria visitante y otro más a A Malata.

Nunca he sido de fijarme en futbolistas de otros equipos, es más, para sondear mercados no serviría ni un poco, pero la devoción por aquellos dos jugadores del Eibar 2004-2005, en especial Silva, me marcó tanto que aún recuerdo que cuando el equipo vasco visitó Balaídos (partido determinante de aquella temporada) me quedé con mal sabor de boca porque Silva no había viajado a Vigo.

Con el ascenso ya en el bolsillo e iniciado el período de fichajes recuerdo que aquel fue el año en que el Valencia fichó a Quique Sánchez Flores del Getafe por lo que el equipo madrileño iba a tener prioridad en las cesiones de los jugadores que el equipo Che no quisiese incorporar a sus filas. Ése fue el caso de Gavilán y Silva. Lo suyo con el Getafe estaba hecho pero un día haciendo la compra con mi padre recuerdo que él estaba en la frutería mientras yo leía el Faro. No recuerdo el titular exacto pero venía a decir que David Silva llegaba a Vigo en calidad de cedido por una temporada. Si no me puse a gritar como una descosida en pleno Mercado de Teis, me faltó poco.
Una de las mayores alegrías que me dio el Celta en tema de fichajes, eso seguro.

Aquella pretemporada intenté ir a todos los partidos y le di la tabarra con David Silva a todo aquel que estuviese dispuesto a escucharme.
Creo que pocas veces me enfadé tanto con la grada de Balaídos como cuando pitaban el cambio de David Silva por Gustavo López. De acuerdo, respeto las idolatrías del celtismo pero Silva era Silva. Después de Karpin y junto a Hugo Mallo, el jugador que más me alucinó vistiendo los colores del Real Club Celta de Vigo.
Fue más que un sueño cumplido. El pequeño canario de Arguineguín recalado en un Celta que aspiraba nuevamente a competiciones europeas. Un loco bajito que con el balón en los pies derrochaba talento y FÚTBOL (en mayúsculas) a raudales.
Creo que la clasificación para la Uefa se me empañó un poco cuando sucedió lo evidente, el Valencia contaba con él para la siguiente temporada.

Sin embargo me gustaría dar un pequeño paso atrás en el tiempo. Pues en el año 2005 nació Karpinha. Fue en una época en la que empezaba a tener el ordenador de casa un poco más para mí. Y además, en el instituto durante las clases de ARE (Alternativa a la Religión) y Ética siempre teníamos una hora a la semana para ir a la sala de ordenadores y hacer lo que nos diese la gana. Fue entonces cuando me dio por entrar en un foro llamado DelCelta donde hablar del equipo de mis amores era un regalo al servicio de todos. Y regalos así no se pueden rechazar a la ligera cuando la gente que te rodea en tu vida diaria no es celtista ni mucho menos.
Tener un sitio en el que poder hablar del Celta las 24 horas del día y de todo lo que a una le da la gana es un dulce irrechazable para la glotonería celeste que late dentro de cada aficionado del Celta de Vigo.
Ya pasaron seis años desde entonces. Años buenos, años malos, momentos mejores, momentos peores. Pero todos vividos en familia. Si tuviese que ubicar mi hogar cibernético, DelCelta sería el mío. Una casa levantada sin ladrillos ni cemento. Una vivienda hecha de palabras, opiniones, vivencias y sentimientos de un solo color. Mi casa y casa de muchos.

Uno de los latigazos más fuertes vividos en el foro fue el último descenso, de nuevo de Europa a Segunda.
En aquel momento estaba muy operativa la página oficial de Borja Oubiña y a través de ella tuve la oportunidad de conocerlo antes de que se marchase a la Premier League. Sin ninguna duda uno de los mejores futbolistas y una persona excepcional. Gran celtista, lo aseguro con rotundidad.

Desde el año del descenso hasta hoy nos hemos ido reponiendo paso a paso. Yo marcaría el punto de partida en la plantilla del año 2009-2010. Ducha en esfuerzo y trabajo y compensada en la pasada 2010-2011 con incorporaciones de calidad como David o Quique. Plantillón que nos hizo soñar con lo más alto y dio lo mejor de sí para conseguir el ansiado ascenso, aunque al final no pudiese ser.

De los últimos años destacaría la figura de Hugo Mallo. Creo que pocas veces le rompí tanto la cabeza a alguien como a mi novio cuando Eusebio alineaba a Vasco en detrimento del de Marín. Estaba de acuerdo con que era muy joven y que era mucha responsabilidad para él ser el titular indiscutible pero para mí no había ni hay color. Hugo Mallo indiscutible.
Aunque sólo sea por su incorporación al primer equipo siempre recordaré al Sr. Sacristán y loaré su ojo clínico. Mil veces le daré las gracias por subirlo al primer equipo.

Un nuevo caso Silva para mí, un jugador que desde la primera vez que lo vi me dejó alucinada con su talento y rotundamente convencida de que le espera un futuro muy dulce si las lesiones le respetan y si sigue en esta línea de trabajo y fortaleza mental.

De cara al año que viene sé que lo que más echaré de menos no será a éste o aquél futbolista, bien porque terminó contrato o porque algún equipo llegó preguntando por él.
Sé que lo más echaré en falta será el momento previo a la salida de casa hacia Balaídos. La despedida de mi padre diciéndome el sempiterno: “¡Qué ganéis!”. Y nunca: “¡Qué ganen!”. Sé que para mi padre yo era parte de esa frase y de ahí el “ganéis”. Sé que para él yo no sólo era del Celta, sino que yo era parte del Celta. La parte por la que él más seguía a este equipo. La parte por la que más le preocupaban sus resultados.

Me da pena pensar que ya nunca más oiré esas historietas que me contaba de cuando mi abuelo lo llevaba al estadio y en lugar de seguir el partido se ponía a jugar a las canicas con otros niños en la tierra que había donde hoy está Fondo.

Así que, como no me quiero extender más (aunque seguramente hay mil recuerdos aún sin comentar), como me diría él…
El año que viene: “¡Qué ganéis!”.  
Es decir: ¡¡QUÉ GANEMOS!!


Y ésta soy yo, Karpinha.

Manías (que ahora recuerde):
-No lavar jamás la bufanda durante la temporada. Pierde su magia. Aunque se llene de mierda, de la primera jornada a la última no puede pasar por otra agua que no sea la de la lluvia de Balaídos.
-No perderme jamás el himno. Si algún día llego tarde a algún partido me dará un síncope. Para mí es vital entonar el himno de pie y con la bufanda alzada. Ojalá se recuperase esta tradición que cada día está más perdida en las gradas.

Rituales (que ahora recuerde):
-Cagarme en el capitán siempre que nos toca atacar en la primera parte hacia Marcador. Tiene que ser al revés, siempre.
-En las jugadas a balón parado y los córner del rival decir tres veces el nombre de los centrales (tontería supina, empecé hace un par de años y ahora ya lo hago por inercia).
-Subir el último tramo de las escaleras de la puerta 10 de Marcador ajena a todo lo demás. Clavando la vista en los escalones y dejando que el césped vaya aparecienndo poquito a poco.

Un abrazo a tod@s y ¡Hala Celta!

21 comentarios:

  1. Hay que lavar mas esa bufanda que por ahi se pierden puntos :)

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  2. necesito saber donde puedo conseguir una manta como esa xfavor!!!!

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  3. alguien me puede decir si hay mantas del celta??

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  4. Hay costumbres que no se pueden perder KV, jaja!!

    Anónimo, perdón por no contestarte antes. No sé si se siguen haciendo las mantas, creo que no. Pero la mía creo que me la compraron en una tienda que hay en Sanjurjo Badía, no en la tienda oficial. De todas formas fue hace cosa de 9 años y creo que ya se había roto el acuerdo entre el Celta y Manterol. Pero a lo mejor por otro lado la puedes conseguir ;D

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  5. no encuentro por ningun lado...... ... :(

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  6. hacia mucho tiempo que algo que leía no me emocionaba ni me hacia llorar tanto tu historia es impresionante al igual que tus videos muchas gracias por compartirlo con nosotros espero seguir viendo videos tuyos y sobre todo el del ascenso de este año otra vez GRACIAS

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    1. De llorar nada. Sino las lágrimas no te van a dejar ver/disfrutar el camino hacia el ascenso como se debe.
      Muchas gracias por tus palabras. Son un verdadero regalo.
      El celtismo late con fuerza. GRACIAS.

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  7. muy chulo el blog, la verdad yo tambien soy del celta desde los 9 años y sin ser nadie de mi alrededor, no puedo ir mucho a balaidos porque vivo en el morrazo, pero me siento muy identificado contigo, felicidades por el blog quizas algun dia nos vemos por balaidos uya que ultmamente voi, un saludo

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    1. Muchas gracias. Quizá porque es lo que me sucedió a mí también, pero creo que tiene mucho mérito elegir ser del Celta cuando nadie te lo inculca y toda la vorágine futbolística que te rodea no sale del Madrid y Barcelona.
      Un abrazo y gracias de nuevo.

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  8. Pois o vídeo está realmente ben (digas o que digas). Por certo, eu teño o mesmo cadro a punto de cruz co escudo ajjajajajajaja

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    1. El mío lo cosió mi tía y le tengo mucho cariño. Muchas gracias por comentar!!

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  9. Karpinha, acabo de descubrirte, he flipado con tus videos y tu entusiasmo, tus anecdotas sobre todo las de no de no cenar me recuerdan a mi cuando era pequeño, la diferencia en q yo pille de niño la epoca ascensor del celta, no habia karpins ni mostovois, si no pichi lucas, del cura, nene suarez y mas,,equipo modesto,sencillo, en mi caso si fue por tradicion familiar...la verdad es q no se que decirte pero que es fantastico tu entusiasmo, gracias¡

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    1. Muchas gracias a ti por un comentario tan bonito. Hala Celta!

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  10. Y yo me siento orgulloso de aparecer de forma indirecta en esta gran entrada, que me he leído del tirón. Que culpa tendría yo si me gustaba Mostovoi, era el mago con el que todo niño deseaba en el patio de recreo. Cambiaría muchas cosas por volver a esas tardes de pachanga, con tu mítica camiseta de Karpin. Ojalá nos veamos pronto, un abrazo enorme.

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    1. Jajaja... sin duda ninguna ya te digo que fue la época más feliz de mi vida. Aquellas interminables tardes corriendo detrás de una pelota. Las sempiternas peleillas de Yago y Samuel. Zapatearnos al sol cuando nos cansábamos de correr.

      Mi camiseta de Karpin... la pobre. No la quemé más porque ya no era posible. ¡Tengo el escudo rosa en vez de rojo!

      ¿Y en verano cuando subíamos 6 o 7 en bici hasta A Madroa? Aquello en vez de "Verano Azul" era "Verano Celeste", todos en ruta.
      Todos pidiendo autógrafos a Mostovoi y al único que le firmara fuera a Samuel... ¡Grandes recuerdos de GRANDES DÍAS!
      Ojalá que sí que nos veamos pronto. Un abrazo inmensísisisimo!!

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  11. Jajajaja. que chulo ler isto. por certo, eu falei contigo alguna vez (hai anos) non sei se a través do chat da web de borja oubiña (o meu borjiña, jejej).
    A verdade é que fun socia durante uns cantos anos e despois... cousas da vida, cambian as "prioridades" e deixei de ir, pero nunca me desconectei de todo. É imposible. E, ironías da vida, ó final estou con alguén do depor... curioso. jeje. tanto que dixen de pequena que iso nunca pasaría... jajaj.
    un bico gordo, e segue igual!!!!

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  12. Ola!!

    Dime máis que así só non consigo lembrarte. No foro de Borja non éramos muitos pero éramos moi bos, jeje.
    Unha aperta forte e moitas grazas polo comentario.

    Pd: Xa cho sinto polo mozo do Coruña. É broma :P

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  13. Hola Karpinha, llegue aqui por tus videos, y acabo de sonreir muchisimo viendo que no fui el unico que la armo llevando algo del Celta al domus, la diferencia es que aun muy muy AVISADOS yo (y un amigo) llevamos las camiseta del celta de manera pactada, que coño!!! jejejeje, pero nos pasamos media excursion al lado del director semi-castigados (ouch!!!) Aunque al final nos dejaron sueltos sin faltar la exagerada bronca.

    Yo no te voy a preguntar donde conseguir la manta ¬¬ te voy a decir que las guardes con cariño, es un tesoro enorme.
    Aunque evidentemente y leyendote, no hace falta que te diga nada :)

    Bonita historia!! un abrazo. Grandes videos :)

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    1. Jajaja... Lo mío en el Domus fue accidente, no premeditado.

      La manta es un tesoro inseparable de mi cama.

      Un abrazo y muchas gracias :)

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  14. Eres una crack!!!!!!!

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